«Cuando necesito transporte, solo debo apretar un botón».
Con esa frase, Katherine Santos –residente de Bogotá– describe su experiencia con la aplicación móvil Uber, que fue creada en 2009 como un servicio de trasporte privado por los empresarios Garrett Camp y Travis Kalanick en San Francisco, California, y ya funciona en 100 ciudades de 35 países.
«El software muestra cuál es el auto que está más cerca y una vez que lo solicitas, te busca donde estés. Al llegar, te dan una botella de agua, dulces o chicles y te llevan donde sea, a la hora que sea. Cuando uno llega al destino, el monto se descuenta de la tarjeta de crédito que uno haya registrado. Te bajas y ya. Siempre hay disponibilidad y los conductores son amables, hasta te abren la puerta. Los carros además son cómodos y si uno no quiere música, la quitan. Están muy pendientes de lo que el cliente quiere».
Las opiniones de Santos y Kawase coinciden con la de la mayoría de los usuarios consultados por BBC Mundo. Para algunos, el único inconveniente son los precios, que suelen ser más altos que los de una carrera de taxi convencional. Para otros, ese es un sacrificio que vale la pena.
«Prefiero pagar un poco más por tener algo seguro y que funcione. Tengo varias aplicaciones de taxi y la que mejor me ha funcionado es esta. Los taxistas se ven amenazados porque Uber está ofreciendo un buen servicio, porque saben que la calidad es superior. Yo peleo con muchos acá porque ponen trabas: que es muy lejos, que es muy tarde. Pero en Uber nunca te van a poner un problema», apuntó Santos a BBC Mundo.
Para la empresa que ya opera en seis urbes de Latinoamérica –Ciudad de México, Bogotá, Cali, Santiago de Chile, Lima y Ciudad de Panamá– generar resistencia entre los sindicatos de taxistas no es una novedad. Los corresponsales de tecnología de la BBC, Dave Lee y Leo Kelion, explican que en Bruselas una denuncia provocó que los tribunales impusieran una multa de US$13.920 a los conductores de Uber que recogían clientes sin las licencias requeridas.
En Londres, la Asociación de Taxistas con licencia (LTDA, por sus siglas en inglés) ha prometido generar «caos, congestión y confusión severa» en la ciudad a principios de junio, con una protesta que –según el secretario general de la organización, Steve McNamara– atraerá a miles de conductores de los tradicionales taxis negros, que se oponen a que Uber utilice una suerte de taxímetro virtual, cuando en la metrópolis es ilegal que los vehículos privados posean este tipo de sistema.
También ha habido protestas en París, donde los taxistas critican que es un producto trasnacional, que lejos de atraer dinero al fisco de la ciudad se lo lleva, en cada pago con tarjeta de crédito. La Asociación de Taxis de Berlín ganó una acción de amparo contra la empresa, pero no se ha valido de ella, pues teme que sea una solución temporal.
En ciudades de Estados Unidos con transporte público deficiente y pocos taxis a disposición, como Miami, los usuarios claman por la llegada de Uber. La iniciativa Move Florida Forward ya ha conseguido unas 13.862 firmas de las 15.000 que necesita para solicitar a los legisladores locales la puesta en marcha del servicio. Liliana Kawase vivió una temporada en Miami y de esa época aún recuerda el maltrato de los conductores y los altos costos de los viajes.
El diario británico The Independent ha reseñado que en San Francisco –la cuna de Uber– también se han convocado protestas en contra de la compañía. En diciembre de 2013, los taxistas se manifestaron luego de que un conductor que utilizaba la app matara a una niña de 6 años llamada Sofia Liu. Esta semana, la legalidad de sus operaciones está en tela de juicio en Bogotá.
La tecnología
«Hay una competencia desleal», aseguró a BBC Mundo Ernesto Uribe, de la Asociación de Taxistas de Bogotá.
El pasado martes decenas de taxistas protestaron para exigir la salida de la aplicación del mercado colombiano. Según Uribe, si esto no se resuelve «va a haber un enfrentamiento entre los amarillos y los blancos». En la capital colombiana, los autos de Uber son de ese color, como todos los que ofrecen ‘transporte especial’ a estudiantes, empresas y turistas.
«Nos hemos visto afectados enormemente. Hay unos estratos sociales que defienden la aplicación, pero nosotros como taxistas y pequeños propietarios no podemos competir con autos de alta gama porque el mantenimiento es costoso. Lo que pedimos es que esas aplicaciones se regulen para que no se sature el mercado», apunta Uribe.
Para Michael Shoemaker, gerente general de Uber Bogotá, no se trata de una competencia desleal porque –según él– no compiten con los taxis tradicionales.
«En Bogotá se ofrecen en promedio un millón 200 mil servicios de taxi al día y Uber está cubriendo un porcentaje extremadamente pequeño de ese total. Estamos trabajando con un nicho muy específico: con personas que normalmente sacarían un auto particular y que por fin sienten que encontraron una opción que les brinda la seguridad y transparencia que están necesitando».
«Experiencia consistente»
En conversación con BBC Mundo, Shoemaker insistió en que el servicio es legal pero causa reticencia en tantos lugares del mundo porque suma algo nuevo a la ecuación: la tecnología.
«En Colombia, por ejemplo, hay normas establecidas hace más de 10 años que no contemplaban la posibilidad de usar la tecnología para hacer más eficiente el servicio de transporte particular. Es una opción muy útil para los usuarios y es allí donde ven una amenaza. La resistencia que estamos viviendo aquí en Bogotá es muy normal. Aunque ahora estamos enfrentando la oposición de los sindicatos, creo que finalmente podremos trabajar con ellos para clarificar las regulaciones y operar sin ningún problema», agrega Shoemaker.
Los autos que ofrece Uber varían dependiendo de la ciudad: trabajan de acuerdo a las leyes locales y a los tipos de servicio que ya existen. En Colombia, por ejemplo, solo ofrecen camionetas SUV (como una Hyundai Tucson o una Kia Sportage). En Nueva York, en cambio, se puede escoger entre tres tipos de vehículo. Mientras más lujoso, más costoso.
Pero aunque los tipos varíen, Shoemaker resalta que la experiencia es consistente: «el conductor abre la puerta, ofrece agua y dulces al pasajero, va bien vestido. Esto no es un simple transporte sino un servicio y nuestra prioridad siempre es el usuario. En Bogotá estamos brindando seguridad y eficiencia a personas que durante mucho tiempo no se sintieron seguras».