Nuestra juventud hoy tiene casi todo en contra, tampoco puede ser fácil saber que uno de tus amigos está detenido en una cárcel de peligrosidad como sucede con un grupo de estudiantes
Noel Álvarez * / Twitter: @alvareznv
Hace unos meses escribí un artículo en el que planteaba la enorme cantidad de venezolanos que desean irse y que se fueron a residir en el exterior. Hoy lejos de mermar esa aspiración, se ha incrementado, lo peor, es que se han ido y se quieren ir los más jóvenes, los estudiantes, el futuro. Es triste pero nos estamos quedando sin el mayor tesoro de un país: los jóvenes. Son ellos los que se forman para dirigir los destinos del país, los que merecen igualdad de oportunidades, vivir en libertad, seguros, soñar, para desde su irreverencia, plantear nuevas estrategias para lograr corregir lo que no está bien y construir una realidad distinta.
Estremece escucharlos decir que prefieren arriesgar su vida protestando en las calles a perderla en manos de unos malandros. Están cansados de no poder salir, de no poder llevar la vida como desean, cansados de estar presos en “libertad”. Los jóvenes venezolanos de hoy no pueden transitar libremente porque siempre están en peligro, si van en el carro, en metro, en camionetica a sus centros de estudios, temen ser asaltados, despojados de sus bienes, de sus libros, celulares y hasta de la vida. Algunos también han vivido la terrible experiencia de un secuestro y si no les ha tocado, conocen la historia de un amigo, de un familiar, esa es la verdad. Aunque lo que planteo es una historia de terror, no exagero. Esa tristeza, frustración que expresaron algunos en el polémico video “Caracas, ciudad de despedidas” aún tiene vigencia. Ver partir a los amigos, a los que te han acompañado en el pupitre uno hoy, otro mañana no es nada fácil.
Nuestra juventud hoy tiene casi todo en contra, tampoco puede ser fácil saber que uno de tus amigos está detenido en una cárcel de peligrosidad como sucede con un grupo de estudiantes. Esas detenciones son extremadamente dolorosas, las autoridades tienen otros recursos jurídicos para castigar, si es el caso, a los que supuestamente alteraron el orden público, encarcelarlos, privarlos de su libertad es una injusticia, sobre todo, en un país donde vemos a cada rato que un individuo que tiene en su haber un prontuario de asesinatos y secuestros, anda libre y vuelve a cometer delito. Sobran los ejemplos.
Mientras hay países que desesperadamente buscan jóvenes para impulsar su desarrollo, en Venezuela la violencia los está obligando a irse. De acuerdo a cifras reveladas en un informe de la Universidad Católica Andrés Bello unos 143.000 venezolanos, en su gran mayoría universitarios, se marcharon del país entre 2005 y 2010. Los motivos por los cuales se han marchado y otros tanto andan en trámites para lograrlo no han cambiado. Venezuela se está quedando sin muchachos.
* Coordinador Nacional de “Gente” Generación Independiente