*** Es necesario lograr el cierre de esta academia militar para evitar que los Estados de la región sigan enviando funcionarios y así, los soldados no continúen siendo formados para cometer genocidios, torturas y otras graves violaciones de derechos humanos
Diana González Mendoza
La Escuela de las Américas, operada por el Ejército de los Estados Unidos, fue fundada en 1946 en Panamá con el propósito de entrenar a militares de los países de Latinoamérica en técnicas de guerra y contrainsurgencia. En 1984, la Escuela fue trasladada al Estado de Georgia en los Estados Unidos, luego de que el presidente de Panamá Jorge Illueca solicitara su retiro del territorio panameño.
Esta escuela, conocida en la actualidad como Instituto de Cooperación y Seguridad del Hemisferio Occidental (WHINSEC, siglas en inglés), ha formado a cientos de militares que figuran como responsables de terribles violaciones a los derechos humanos en varios países de nuestra región: Argentina, Chile, El Salvador, Guatemala, Perú, México, Bolivia, Colombia, Honduras y Venezuela.
Los funcionarios que han recibido entrenamiento en esta academia militar son los responsables de miles de ejecuciones, detenciones, torturas, desapariciones y masacres en el continente, bajo el argumento de la presunta vinculación de ciudadanas y ciudadanos con movimientos “desestabilizadores” e insurgentes, delincuencia, narcotráfico y terrorismo. Sin embargo, muchas de las víctimas de estas horribles prácticas no son sino defensores y defensoras de derechos humanos, sindicalistas, campesinas y campesinos, líderes religiosos, estudiantes e indígenas. Los ataques y las persecuciones son fundamentalmente dirigidos a quienes luchan por la reivindicación de los derechos de los excluidos y las excluidas. En 1996, la prensa norteamericana dio a conocer la existencia de Manuales de Entrenamiento que eran utilizados en la Escuela y que sugerían la práctica de la tortura, la extorsión y el pago de recompensas por enemigos muertos.
Algunos casos emblemáticos
En la Escuela de las Américas se graduaron extorturadores y exrepresores de los regímenes dictatoriales que gobernaron en varios países de América Latina en las décadas de los años 70 y 80.
En 1998, agentes que se movían en la oscuridad, atraparon a monseñor Juan Gerardi a la entrada de su residencia, ejecutándolo. Con piedras le hundieron el cráneo. Gerardi era obispo auxiliar de la ciudad de Guatemala. Sus asesinos eran militares entrenados en los Estados Unidos.
Algunos de los graduados más reconocidos por sus crímenes son:
El General Manuel Noriega, ex-agente de la CIA, responsable de un gobierno militar autoritario en Panamá.
El General Hugo Banzer, responsable del sangriento gobierno militar de Bolivia en 1971 y de la consiguiente dictadura que duró hasta 1978.
Roberto D’Aubuisson, graduado en 1972 y justo después parte del Servicio de Inteligencia de El Salvador, acusado como líder de un escuadrón de la muerte y responsable del asesinato de Monseñor Romero, entre otros delitos.
Efraín Ríos Montt, dictador guatemalteco y el mayor genocida latinoamericano.
General Héctor Gramajo, ex ministro de Guatemala, autor de políticas militares genocidas en los años ochenta.
General Roberto Eduardo Viola, promotor del golpe de Estado en Argentina en 1976.
Leopoldo Galtieri, dictador argentino, acusado por deapariciones , torturas y terrorismo de estado.
Manuel Contreras, líder de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), máximo organismo de represión del gobierno de Augusto Pinochet en Chile y condenado por múltiples causas de violaciones a los derechos humanos en ese mismo país, así como por el asesinato con bombas de Orlando Letelier en Estados Unidos.
Romeo Orlando Vásquez, militar hondureño, quien participó en el golpe de Estado al presidente José Manuel Zelaya Rosales en 2009.
Movimiento social en contra
Para los activistas en derechos humanos esta academia debe ser clausurada. El movimiento SOA Watch (Observadores de la Escuela de las Américas) trabaja en solidaridad con América Latina, para cerrar la Escuela y para cambiar la política exterior opresiva de los Estados Unidos. De acuerdo a esta agrupación, aún la Escuela de las Américas, no se han hecho cargo de investigar las violaciones a los derechos humanos que han cometido sus graduados y mientras exista constituirá un riesgo mortal para activistas sociales y defensores de derechos humanos en América Latina.
Llama la atención que países como Ecuador, Argentina, Bolivia, Uruguay, Nicaragua y Venezuela hayan detenido el envío de efectivos militares a este centro de adiestramiento. Pero aún son muchos los Estados que no han tomado esta decisión. Entre estos financistas junto al gobierno de Estados Unidos, destacan Brasil, Chile, Perú, Colombia, Paraguay, El Salvador y Costa Rica, quienes en lugar de asumir una doctrina de defensa latinoamericana siguen enviando instructores y oficiales militares a esta peligrosa y nefasta institución del ejército norteamericano. Es necesario lograr el cierre de esta academia militar para evitar que los Estados de la región sigan enviando funcionarios y así, los soldados no continúen siendo formados para cometer genocidios, torturas y otras graves violaciones de derechos humanos. Es imperiosa no sólo la voluntad política de los gobernantes latinoamericanos para detener la represión militar contra los pueblos sino también el rechazo público de la sociedad sobre el funcionamiento de esta academia. Hagamos que esta Escuela del Horror desaparezca.
* Fuentes: www.soawlatina.org / La Jornada, 30 de marzo de 2004
Caso Venezuela
En el año 2002, entre los militares que encabezaron el intento de golpe de Estado contra el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, figura el general Efraín Vázquez, graduado de la Escuela de las Américas. Hasta el año 2004, el Estado venezolano se mantenía enviando funcionarios militares a la Escuela de las Américas para recibir entrenamiento militar. Sin embargo, ese año el presidente Hugo Chávez, anunció el retiro formal de su país de la Escuela. Para el mandatario, el retiro de Venezuela de la escuela militar mostraba «un deseo de que vivamos juntos en paz y para que haya paz tiene que haber justicia»
La voz de los Derechos Humanos
Red de Apoyo por la Justicia y la Paz