Un grupo de personas ubicados en el terreno, aseguran que no tienen un lugar a donde ir y el Estado no les ofrece refugios
Con sus muebles, ropa, colchones y enseres puestos en el hombro, quedaron las familias desalojadas del retiro del Distribuidor Metropolitano, en plena autopista Gran Mariscal de Ayacucho. Aseguran haber agotado todas las opciones para alquilar, comprar u obtener una vivienda del Estado, por lo que desde hace más de tres años fueron poblando el barranco que limita con el embaulamiento del río Guaire.
La orden de desalojarlos la ejecutaron efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana. Quiénes según habitantes del sitio, “no enseñaron orden de desalojo y destruyeron los ranchos, lanzando todas las pertenencias a la calle”.
Ester Istúriz, habitante del asentamiento, afirmó que, “la actuación de la GNB, no fue la más apropiada para sacarnos de nuestra vivienda, porque a pesar de vivir en rancho, es nuestro único hogar. Ellos llegaron y empezaron a destruir todo, nos partieron las maderas, partieron los tanques, tumbaron los techos, lanzaron colchones, esa no es la manera. Lo único que nos decían era que nos tenemos que ir y que si no nos vamos van a volver a sacarnos”.
El sitio tiene, por lo menos, seis años de antigüedad. Quiénes estaban en el sector calculan que en el sitio viven entre 200 familias, las cuáles no han recibido sobre si serán reubicados en algún refugio. La mayoría piensa que tendrá que dormir en la calle.
“Volveremos armar los ranchos”
Luisa Bermúdez, quién tiene tres años en el sitio, afirmó que, “volví armar mi rancho, pero está vez bajo una carpa. No tengo donde vivir y seguiré aquí”.
Asimismo, Karla Colina, quién tiene seis años en el sector, manifestó que, “pedimos respuestas al Gobierno para que nos ubiquen en alguna Misión Vivienda. No tenemos otra opción que volver armar nuestras casas y seguir en el sitio a pesar de que es algo inapropiado”.
Temen a la noche
Astrid Franquis, manifestó que, “si yo tuviera para dónde irme me voy, a mi me tumbaron mi casa y volví armar mi ranchito, yo estoy recién dada a luz, si tuviera para donde irme no estuviera aquí luchando para que nos den un hogar digno. Todos los que estamos aquí, tenemos miedo de que llegue de noche, porque pensamos que pueden llegar a querernos sacar de nuevo. Y, ¿para dónde nos vamos, si no tenemos dónde vivir?”.
En los oídos de Jessica Oropeza, todavía resuenan los gritos de sus hijos de 2 y 3 años de edad. Estaban dentro del rancho cuando funcionarios de la GNB, comenzaron a desmantelar el asentamiento. “Primero vinieron el martes, yo estaba trabajando y cuando llegué con los niños encontré la casa sin techo. Lo volvimos a poner porque acá están nuestras cosas. El miércoles no fui a trabajar y de repente llegaron a sacarnos”.
Asegura, que las noches se les hace eterna, “desde ese día no he podido dormir tranquila pensando que en cualquier momento van a llegar”.
Ayudas solicitadas
Merlín Vergara, vivía con su esposo y sus tres hijos en una habitación de dos metros cuadrados en la casa de su mamá. Hace un año compraron un espacio del terreno y estaban comenzando a construir una casa, “mi esposo renunció a su trabajo para comprar las cabillas con la liquidación. Nos estamos quedando sin nada y nadie nos ayuda”.
Tovar tiene una carpeta con todos los documentos que ha entregado solicitando ayuda a la Alcaldía de Sucre y la Comisión de Refugios Dignos, entre otras instancias.
Shirley Zambrano