Los dispositivos móviles han transformado nuestras vidas, dándonos la libertad de conversar, trabajar, escuchar audio y mirar videos mientras nos desplazamos.
Pero desconectados de las redes eléctricas, su uso está bien limitado por la capacidad de la batería. Y es ahí donde está el problema.
Mientras los científicos están constantemente soñando con nuevas formas de generar y almacenar energía, la tecnología para la fabricación de baterías ha cambiado muy poco en los últimos 50 años, particularmente si se compara con el progreso de los aparatos que motorizan.
Como dice Tim Probert, editor de la publicación Energy Storage, «la industria de baterías es muy conservadora. Todavía estamos utilizando tecnología muy obsoleta en las baterías, como el ácido de plomo».
«Los avances tecnológicos son magnificos pero hay que ser realistas, esta industria funciona con pequeñas mejorías e incrementos lentos».
A paso lento
La humilde pila AA ha estado dando vueltas desde 1940 y está basada en tecnología del siglo XIX. Pero aún así, abarca un 15% del mercado global de pilas, junto a otras baterías alcalinas.
Y la batería en base a ácido de plomo, que es la que usan la mayoría de los vehículos, fue inventada hace más de 150 años y tiene todavía un 20% del mercado.
Claramente la industria, que moviliza casi US$90 mil millones globalmente, no va al ritmo de los avances de los aparatos electrónicos.
Incluso, la omnipresente batería recargable de litio, que motoriza la mayoría de los artefactos modernos, fue inventada en los años 1970 y representa un 40% del mercado.
Tesla, empresa pionera en la fabricación de vehículos eléctricos, usa las llamadas células de litio 18650 -que son esencialmente antiguas baterías de laptops- para motorizar los vehículos, según explica Probert.
La mayoría de los fabricantes de computadoras portátiles dejaron de utilizar esas baterías hace mucho tiempo, pero Tesla cree que esta vieja tecnología todavía tiene futuro e incluso planea crear su propia «gigafactoría” para producirlas.
«Por medio de la utilización de células cilíndricas más pequeñas, hemos podido ahorrar en costos de fabricación», afirma Laura Hardy, funcionaria de Tesla.