El dialogo que se pretende instaurar en el país carece de toda razón, veamos por qué. Venezuela atraviesa hoy día la peor crisis económica, social y política de su historia producto de una prolongada conducción unilateral, extendida a lo largo de una década y media, por parte de un gobierno con concepciones ideológicas empastichadas, que ha afectado dantescamente la capacidad productiva de la nación.
Así mismo, nos topamos con una oposición acorralada por una institucionalidad inquisidora, sesgada a todas bruces a favor del ejecutivo nacional, sin que haya podido hilvanar propuestas suficientemente creíbles que le permita capitalizar a ese amplio sector social descontento por la actual situación, pero reticente a brindar apoyo electoral a algún bando político en particular, son escépticos o incluso víctimas de la desesperanza aprendida.
El dialogo que adelanta el gobierno con otros sectores no puede ser llamado dialogo, es simplemente una desesperada búsqueda acuerdos o convenios de pagos de deudas acumuladas con los diferentes rubros nacionales y foráneos de nuestra maltrecha economía, a fin de tratar paliar los pavorosos niveles de escasez e inflación. Para que exista dialogo en Venezuela el gobierno debe sobrepasar las exclusivas temáticas de acuerdos de pagos, debe doblegar su tozudez y emprender los cambios necesarios en el arsenal de sus políticas nacionales, la mayoría de ellas deben redirigirse 180 grados.
Todo comienza por confiar en los venezolanos; este gobierno, de más de 15 años en el poder, deber finalmente comprender que la solución definitiva en lo económico es confiar en el venezolano, en su espíritu emprendedor, inventivo, creador… es imperativo apoyar todos los sectores productivos nacionales sin exclusión alguna para así consolidar la producción doméstica, abastecer el mercado, generar empleo formal y derrotar la maligna inflación ¡es la única vía! Lo que el gobierno hoy realiza solo son convenios de pagos manteniendo el mismo esquema económico que nos llevó al caos de hoy basado en importaciones y esquemas productivos que excluye al vital sector privado nacional, es decir, más de lo mismo, lo que continuará empeorando el costo de la vida y ausencia de productos básicos, repetimos ¡eso no es dialogo! sino una estrategia que le permite al gobierno torear la coyuntura presente pero a la espera de otras cada vez peores, un “dialoguicidio”. Para que exista dialogo debe haber cambios radicales en la conducción del país distintos a lo tradicional en estos 15 largos años.
Leandro Rodríguez Linárez
Twitter: @leandrotango