En la zona, la delincuencia no perdona, ya no son sólo personas de la tercera edad, mujeres solas y estudiantes las víctimas, sino que las panaderías, líneas de taxis, comercios, bancos y hasta kioscos, se han convertido en el blanco de los delincuentes, que operan en esta urbanización del municipio Libertador
“San Bernardino ya no es seguro a ninguna hora, a partir de las 7:00am ya están empezando atracar. Los ladrones no tienen horario para llegar al sitio y quitarnos todo, cuándo no ven policías por los alrededores es cuando hacen fiestas con nosotros. Y tenemos como dos meses que no vemos a los policías, porque no contamos ni con un módulo para acudir cuando nos roban”.
Así lo señaló una empleada de una panadería del sector perteneciente al municipio Libertador de Caracas, quien prefirió no relevar su identidad, debido a que ya se ha enfrentado a esta realidad en diversas ocasiones, siendo la última hace unos seis días.
Asimismo, otra persona que vende frutas en un puesto ambulante, aseguró que “siempre anda un grupito de motorizados, cuándo no son ellos son personas de civil los que nos atracan. Ya varias veces han llegado a quitarme la platica que hago al día o cuándo no tengo me quitan frutas”.
Para los habitantes, San Bernardino se ha convertido en un caso muy particular, porque ha pesar de ser todavía un lugar muy bonito a la vista, esconde una realidad muy grave, “que es el constante azote del hampa que no perdona a nadie”. Niños, gente mayor y damas, son las principales víctimas de la delincuencia, que trabaja desde que sale el sol hasta mucho después que se oculta.
¿De dónde salen?
Según los residentes, estas olas de asaltos están relacionadas con el incremento de invasiones y barrios que existen en los alrededores.
“San Bernardino, está en medio de un huracán, porque tenemos bandas delictivas por todos los costados. Tenemos un grupo de azotes que proviene del barrio Los Lanos, otro del barrio Los Erasos, y para completar las dos grandes invasiones que nos rodean, el Sambil La Candelaria y la Torre David”.
Así lo afirmaron vecinos y trabajadores de la zona, agregando que “los cuerpos policiales, no hacen nada para combatir el hampa que está acabando con todos nosotros. No estamos seguros a ninguna hora del día, no hay vigilancia y ya la gente tiene miedo de salir a la calle”.
A plena luz
María Luisa Estrabis, encargada de la panadería La Suiza, explicó que, “la mayoría de los atracos y arrebatotes se cometen a plena luz del día”, pues creen que los malhechores ya no tienen la necesidad de ocultarse en la protección que les ofrecía la oscuridad de la noche para poder escabullirse, sino que “se sienten libres de delinquir cuando les venga en gana, porque nunca son aprehendidos por sus malos actos”.
Cuenta que su panadería fue víctima de dos atracos la semana pasada, “la primera vez nos llegaron en la mañana, y la segunda vez como a las 4:00pm. Siempre no han llegado cuando tenemos bastantes clientes en las mesas de afuera. Nos sorprenden y cuando vemos ya están las motos dentro del establecimiento, se han llevado, carteras, dinero, prendas y todo lo que nos puedan quitar”.
Horas “rojas”
Las horas que las víctimas han denominado como “rojas”, son en la mañana cuando las personas salen a sus puestos de trabajo y las de la tarde cuando retornan a sus hogares, aunque en el tiempo intermedio también operan, pero “con menor intensidad”.
Empleados de panaderías cuentan que, “todos los días tenemos que salir en grupos, y con mil ojos alrededor. En estás tardes íbamos hacia el metro y nos amedrentaron, eso fue por la esquina de La Arboleda, nos zumbaron los bolsos. Hubo un momento en que por casualidad pasó un policía y cuando lo agarraron decían que estaban era jugando”.
Exigen que las autoridades incrementen la cantidad de funcionarios de los cuerpos de seguridad para que operen en la zona, al tiempo que piden a los que ya están que sean más competentes a fin de que disminuyan los índices delictivos.
“Ya no sé si vienen a
comprar o a robarme”
Magalys de Guerrero, quién atiende el Kiosco Otorrino, afirma que la delincuencia está cada día mas desatada, “para los que dependemos de algún negocio, tenemos que buscar otras soluciones, porque ahora tenemos que abrir a las 9:00am y a más tardar a las 3:00pm ya nos tenemos que ir. Quedarnos hasta tarde significa ser robados”.
Explicó que, tanto grupos motorizados como personas de civil, son quiénes han impuesto el temor en las calles de San Bernardino, “la gente tiene miedo, no quiere salir, no quiere denunciar que han sido robados. Nada más el pensar que agarran a un tipo de esos y que al otro día lo suelten y se venguen, la gente prefiere quedarse callada”.
“Yo ya no sé si cuando una persona se acerca a mi kiosco es para comprar algo o para robarme. Tanto la clínica Otorrino, como la Línea de Taxis y mi puesto, somos punto al blanco para estos delincuentes, porque esperan que los pacientes salgan para atracarlos, o cuando no, agarran un taxi y a mitad de camino los roban”.
Focos delictivos
Luis Granados, comisario jubilado de la Disip, informó que casi el 100% de la parroquia San Bernardino, está azotada por el hampa. “Estas últimas semanas ha estado atacando un grupo denominado bandas motorizadas, los cuáles han hostigado fuertemente sobre la comunidad”.
Informó que los sitios más temidos son, Avenida Cristóbal Mendoza, Avenida Altamira, Avenida José Félix Ribas, Los Próceres, Avenida Gamboa, Avenida el Ávila, la Clínica Otorrino, Farmatodo, Policlínica Arboleda, Panadería, Supermercados y vendedores ambulantes.
Por su lado, Wilmary Abarca, comisario jefe del Cicpc, expresó que, “la gente no denuncia, y así como se hace seguimiento a un caso específico o algún sector. Lo que podemos recomendar es que denuncien a través del 0800-CICPC-24, y de esa manera se abre investigación y se procede a combatir estos delitos”.
Shirley Zambrano