La interrupción del diálogo entre el Gobierno y la oposición cumple un mes sin visos de una pronta reanudación y sin que la comunidad internacional se involucre salvo para hacer unos tibios llamamientos a reactivarlo.
La Unasur, que junto al Vaticano actúa como «tercero» de buena fe en el diálogo, guarda silencio sobre la falta de reuniones entre ambas partes desde el 13 de mayo, cuando la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) anunció que congelaba su participación a la espera de algunos «gestos» de parte del Gobierno, entre los que incluyó la liberación de los «presos políticos».
Solo el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, que junto a sus colegas de Brasil y Colombia representa a la Unasur en esa misión de mediación, hizo esta semana unas declaraciones en defensa de la continuidad del diálogo iniciado el pasado 10 de abril.
El Mundial de Fútbol inaugurado en Brasil y las reñidas elecciones presidenciales que tendrán lugar este domingo en Colombia, en las que el presidente Juan Manuel Santos se juega su permanencia en el cargo, pueden haber apartado a los cancilleres de esos dos países de sus tareas como «terceros».
Mientras Patiño dijo esta semana en Caracas que el diálogo hay que «continuarlo» y justificó el punto muerto actual en las «dificultades» intrínsecas de dialogar, el nuevo canciller de Costa Rica, Manuel González, señaló que se echan en falta «resultados reales».
El ministro costarricense habló en un centro de estudios de Washington de la iniciativa auspiciada por la Unasur para rebajar la tensión en Venezuela, donde en febrero pasado estallaron protestas antigubernamentales y hechos de violencia que agravaron la situación en un país aquejado de problemas económicos y de seguridad.
«Cuando estos diálogos se alargan eternamente, podemos interpretar que no van a salir cosas buenas de ellos. El diálogo en sí mismo puede convertirse en una excusa para no resolver los problemas, así que estamos prestando mucha atención a eso», agregó.
Las claras palabras de González, que precisó que el Gobierno de Costa Rica «quiere» que el diálogo en Venezuela «avance», contrastan con la falta de manifestaciones públicas por parte de otros Gobiernos que le dieron un espaldarazo a la iniciativa de la Unasur.
«Unasur debe impulsar la reactivación del diálogo a la brevedad y, de no ser eso posible por la resistencia de las partes o de una de ellas, deberá invitar a la Organización de Estados Americanos y a las Naciones Unidas a reabrir el debate político sobre la crisis venezolana», dijo hoy a Efe Javier Ciurlizza, director regional de la ong International Crisis Group (ICG).
La Alianza Bolivariana, que, además de Venezuela, está formada por Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y varios países insulares caribeños, sí ha hablado en estos días de la situación en Venezuela, pero solo para apoyar al Gobierno de Nicolás Maduro ante supuestos intentos desestabilizadores y ante «la injerencia» de EE.UU.
El Gobierno estadounidense, que niega las acusaciones, ha apostado por el diálogo y no por las sanciones que tramita el Congreso para castigar a funcionarios venezolanos presuntamente involucrados en violaciones de derechos humanos.
«Las sanciones son herramientas útiles en algunos momentos, pero no creemos nosotros que ahora es el momento, ésa es la posición ahora, pero vamos a ver, necesitamos movimiento» en el diálogo, subrayó la semana pasada la subsecretaria de Estado para Latinoamérica de Estados Unidos, Roberta Jacobson.
Otra subsecretaria de Estado, Heather Higginbottom, dijo en el mismo marco que Jacobson, la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) celebrada en Asunción, que EE.UU. apoya los esfuerzos de mediación de la Unasur y está interesado «en una Venezuela estable, pacífica y democrática que respete los derechos de su población».
Higginbottom manifestó también el compromiso de EE.UU. en apoyar con los otros miembros de la OEA un diálogo en Venezuela, como pidió el secretario general del organismo interamericano, José Miguel Insulza, pero ella le agregó el adjetivo de «significativo».
Los «gestos» del lado del oficialismo han ido más bien en la dirección contraria de lo solicitado por la MUD, a la que el presidente Nicolás Maduro ha acusado de «dar una patada» al diálogo.
Para Ciurlizza, la agudización de la confrontación «solo contribuye a alejar la solución pacífica de un problema político que ni siquiera se ha empezado a resolver».
«No debemos confiarnos en que el simple paso del tiempo o el hecho de los países están distraídos con sus agendas internas o el mundial harán que la crisis en Venezuela se desvanezca por si sola. Las razones que causaron la violencia en las calles todavía están allí, irresueltas», agregó. EFE