***** “Los torturadores luego de darse cuenta de que yo no era el delincuente que buscaban, dejaron de torturarme físicamente; pero ahora comenzaron a montarme un expediente viciado en todos los sentidos y me acusaron de ser un secuestrador de alta peligrosidad y de pertenecer a organizaciones guerrilleras de Venezuela y Colombia”
Johan Castillo
A continuación, fragmentos de mi historia de vida como persona víctima de tortura. Mi relato, espero, sirva para reflexionar; mi vivencia, inspire un cambio en el comportamiento de los funcionarios y funcionarias públicas encargados de la seguridad ciudadana. Haber formulado la denuncia, me ayudó bastante. Pero la justicia aún no llega.
“… Días feriados, recuerdo haber llegado a un acuerdo colectivo con mi equipo de trabajo para que entre tantas tareas sociales que teníamos por hacer, nos tomáramos unas merecidas vacaciones aprovechando la Semana Santa. Y así lo asumimos todos, claro, ninguno tenía dinero en su cuenta como para costearse el lujo que hoy en día es vacacionar en nuestro país. Mi prioridad no era viajar a Cubiro o a la Cascada de El Vino en el Parque Nacional “Dinira”, mi prioridad ese día era llevar a mi hijita por lo menos al Zoológico y compartir con mi esposa un día en familia.
Hace 8 años
El sábado 15 de abril del 2006, era Semana Santa en nuestro pueblo, salí de mi casa bien temprano a “taxiar” para obtener algo de dinero, rutina que hoy en día vive cualquier venezolano que tenga un carrito y necesite algún ingreso adicional, incluso los que trabajamos para las instituciones del gobierno, como yo.
A eso de las diez de la mañana logré hacer mi primera carrerita a dos hombres que me solicitaron los llevara a la plaza Los Rastrojos en Cabudare, ¡a la orden caballeros! Ése fue mi saludo. Pero a pocos minutos resulta ser que me apuntan con una pistola y me obligan a estacionar, y a punta de amenazas de dispararme, me mandan a bajar del carro a que recoja un maletín que iban a dejar tirado en una esquina del puente Los Rastrojo. Yo bajo amenaza de muerte colaboro involuntariamente con los que ahora se convertían en mis secuestradores y recojo el maletín desconociendo su contenido. Vuelvo a subir al carro, me tiran en la parte trasera y arrancan. Minutos mas tarde comienza una persecución de un vehiculo particular, repentinamente comienzan a disparar contra mi vehículo conducido por los delincuentes. Allí recibí un disparo rasante en la cabeza que me dejó aturdido, de pronto, los delincuentes chocaron el carro contra un barranco y huyeron de los otros que venían disparando desde el otro carro. Yo sin saber qué hacer, asustado, corrí pero en sentido contrario a los delincuentes hasta que me desmayé en un montarrascal debido a la pérdida de sangre por la herida del disparo. No sabía de quiénes me escondía, tampoco quiénes eran los otros que también disparaban sin cesar contra mi carro. Desorientado y confundido, logré llegar a casa de un amigo, le conté mi tragedia y el me sorprendió diciéndome que la PTJ (CICPC) me andaba buscando porque mi vehículo estaba involucrado en un secuestro y, por ende, yo también”.
Eso no fue todo
“Inmediatamente me presenté ante las autoridades y me puse a derecho como es el “Deber Ser” de un ciudadano, pero resultó que los Funcionarios de la PTJ (CICPC) tenían otra forma de actuar, otros métodos, otras técnicas, LA TORTURA. Me convertí entonces en la víctima de otros secuestradores (funcionarios del Estado), quienes me retuvieron sin orden judicial alguna por más de 100 horas. Estos nuevos secuestradores me sometieron por más de un día y medio a crueles y salvajes torturas, a métodos inhumanos. Como colgarme con las manos esposadas hacia atrás a más de un metro de altura, a asfixias con una bolsa llena de talco e insecticida, a golpes contundentes por todo el cuerpo. Esto, según ellos, era un pequeño interrogatorio de rutina, algo normal en sus funciones… Mientras aquello pasaba en esa sala infernal, mi familia fue sometida a persecuciones y allanamientos, a detenciones ilegales, a humillaciones y amenazas de muerte. En fin, todos fuimos torturados.
Continúa la tortura
Los torturadores luego de darse cuenta de que yo no era el delincuente que buscaban, dejaron de torturarme físicamente; pero ahora comenzaron a montarme un expediente viciado en todos los sentidos y me acusaron de ser un secuestrador de alta peligrosidad y de pertenecer a organizaciones guerrilleras de Venezuela y Colombia. Comenzaron a montar su expediente. Fui presentado ante un tribunal luego de cuatro días secuestrado. El mismo tribunal que a pesar de ver y constatar el estado de gravedad de mi salud a raíz de la salvaje tortura, y de mi denuncia en plena audiencia contra los funcionarios que actuaron en mi detención y tortura; ése mismo tribunal fue el que decidió enviarme a prisión por mi presunta participación en un secuestro y por el presunto riesgo de fuga del país. Creyeron el cuento de los PTJ. Así permanecí por dos años y medio en una cárcel, en un depósito de seres humanos llamado “Uribana”. Una de las cárceles más peligrosas y violentas del país. Allí tuve que aprender a sobrevivir, a transformar la rabia en ternura, y la tristeza en esperanza, a convertir la prisión en una escuela de la vida y entender su carácter clasista. Durante mi permanencia en la cárcel logré estudiar dos semestres de Derecho en la Misión Sucre y escribí un pequeño libro al que le puse por nombre “En Resistencia”, eran misivas necesarias, notas escritas desde la profundidad del dolor y la injusticia, pero a su vez una crítica necesaria al sistema judicial Venezolano.
En resistencia
Sobreviví en prisión gracias al apoyo de toda mi familia, amigos, compañeros de trabajo, a la gente de mi barrio y a mi abogada. Hoy me encuentro aún en Resistencia, salí de la cárcel (luego de dos años) con una medida cautelar bajo presentación cada quince días y prohibición de salida del país. Ahora estoy compartiendo nuevamente con mi familia en libertad y con mi recién nacida hijita.
Pasaron cuatro años desde aquella tortura, desde la acusación injusta y la eterna espera por un Juicio Oral y Público, que al fin se dio. Fui absuelto. Demostré mi inocencia. Pero nunca se concretó la acusación y juicio contra los torturadores. Al Contrario fueron premiados y ascendido. Por eso aún me encuentro en “Resistencia”. En batalla y lucha permanente por la justicia”
La voz de los derechos humanos
Red de Apoyo por la Justicia y la Paz