Por una puerta han entrado la censura y el dinero de la corrupción a los medios tradicionales venezolanos, y por otra se han marchado los periodistas —y con ellos, el periodismo— a las plataformas digitales.
Durante el último año, cuando se ha conjurado en Venezuela la crisis global de la prensa, el cerco económico y político a la libre información y la compra de televisoras, radios y diarios por parte de capitales asociados al chavismo, han surgido o se han fortalecido una decena de nuevos medios digitales que apuestan por darle a los ciudadanos las noticias de actualidad que han dejado de aparecer en la prensa y las pantallas locales.
La enfermedad del expresidente Hugo Chávez fue el más sonoro entre muchos casos donde el Gobierno se esmeró en ocultar información que debía ser del conocimiento público, y marcó el comienzo de la migración a la web de una audiencia ávida por saber.
El periodista Nelson Bocaranda fue el primero en dar la noticia del cáncer de Chávez y el único que logró ofrecer información de primera mano sobre los tratamientos y cirugías a los que fue sometido, a través de su página web Runrun.es, creada ocho meses antes, después de que, por presiones gubernamentales, fuese cancelado el programa de radio que conducía. Desde entonces el tráfico en su página ha tenido un crecimiento sostenido del 20% al mes.
“Cada día más venezolanos acuden a las redes y a los portales para buscar la información que no aparece en los medios tradicionales a causa del miedo, de la censura o la autocensura”, dice Bocaranda. “Nosotros estamos montados encima de la información y nos hemos dedicado mucho más a la investigación que otros medios digitales”, asegura.
Desde que asumió el poder Hugo Chávez, en 1998, los diarios venezolanos habían logrado sortear, aunque con dificultades, la presión económica y política a la que ya habían sucumbido los medios radioeléctricos, tras el cierre de Radio Caracas Televisión y de 34 emisoras radiales entre 2007 y 2009, y la venta del canal de noticias Globovisión, abiertamente crítico con la gestión del chavismo, a empresarios que deben su ascenso económico a sus vínculos con el poder político.
“El momento crítico para la prensa escrita llegó con la compra de medios por parte de empresas fantasmas o de personas ligadas al chavismo que no dan la cara sino que se escudan en testaferros y ponen los periódicos al servicio del Gobierno”, explica la periodista Tamoa Calzadilla.
A esto se suma que las autoridades niegan a los diarios independientes el acceso a divisas para la compra de papel, en el contexto del férreo control de cambios vigente desde 2003. Los periódicos, en consecuencia, han reducido drásticamente su paginación o han dejado de circular.
“Esta crisis de la industria periodística está generando una búsqueda que aún no sabemos adónde va. Pero todo parece indicar que la respuesta está en los medios digitales, al menos a medio plazo. También está demostrando que la crisis es de los medios pero no de los periodistas ni del periodismo, que buscan nuevos espacios para llegar a la audiencia, decir verdades y mantener el compromiso de siempre en otras plataformas”, explica Calzadilla.
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