Juan Carlos Varela asumió el martes como presidente de Panamá para los próximos cinco años y anunció la firma inmediata de un decreto para controlar los precios de los principales alimentos, en un país que pese a una bonanza económica tiene a buena parte de su población sumergida en la pobreza.
«Que quede claro: soy respetuoso del libre mercado pero alérgico a la especulación con la comida del pueblo», dijo el gobernante, que recordó en su discurso la influencia que tuvieron en su juventud los sacerdotes jesuitas. «Me enseñaron a luchar por la justicia social», agregó.
Varela también convocó a un periodo de amnistía que se extenderá hasta el 1ro de agosto a las más de 200 pandillas que operan en el país para que entreguen sus armas. «Corten sus vínculos con el crimen organizado y pasen a la vida formal», les instó. Pero también advirtió que «actuaremos con mano firme para los que insistan en delinquir».
El mandatario, un político conservador, juró al aire libre en el capitalino estadio de fútbol Rommel Fernández en una tarde nublada ante miles de simpatizantes y una decena de líderes del hemisferio.
Varela, de 50 años, dirigente del Partido Panameñista, asumió el gobierno con el desafío de continuar el crecimiento económico, estimado en un 8,5% anual durante el gobierno de su antecesor Ricardo Martinelli, y mantener bajo el desempleo, que se estima en apenas 4%. Pero a la vez deberá controlar los precios de los alimentos básicos, su principal promesa de campaña y quizás la que lo llevó a la presidencia.
El gobernante reconoció que también tiene el desafío de disminuir la deuda pública, que sobrepasa los 17.000 millones de dólares.
Su plan de establecer controles a los alimentos de la canasta básica busca paliar la inflación que sufren los panameños. El aumento de precios, imperceptible hasta no hace mucho en este país sin banco central y con el dólar estadounidense como moneda de curso legal, alcanza el 4% cuando en 2009 era de 2%. La inflación golpea duramente al 26% de los 3,4 millones de panameños que, según cifras del gobierno, viven en la pobreza a pesar del fuerte crecimiento del país.
AP