Nicolás, aterriza, sigues jugando a ser el Chávez de estos días, olvidando tu fragilidad en la conducción que te confió el difunto, al no poseer el mínimo de liderazgo para contener ese nido de víboras que es el cogollo del PSUV, ni para enfrentar las consecuencias de los graves errores económicos del régimen; no tienes cómo frenar la corrupción desbordada y las ambiciones de poder de los sectores que se disputan el manejo de lo que queda del tesoro nacional.
Nicolás, aterriza, el camino no es de purgas dentro del gobierno y el PSUV para echar a quienes levantan la voz pidiendo se escuchen sus críticas. Nicolás aterriza, no es tiempo de purgas, es hora de debate y rectificación, si es que tú y el diosdadomadurismo pueden enfrentar la arremetida de las bases chavistas.
Llamaré Sargenta Ramírez -de ahora en adelante- a mi confidente de las UBCH que, cada vez que las circunstancias lo permiten, me relata lo que está ocurriendo en el candelero del PSUV y en el gobierno del desastre. Sus confidencias son su grito de protesta, en procura de que se corrijan los errores que desvían los propósitos de la revolución inspirada por Chávez, de la cual, según ella, Maduro se distancia indeteniblemente. La Sargenta Ramírez con temor tal vez no infundado, prefiere comunicarse conmigo personalmente y no por teléfono u otros medios, no obstante que “las paredes escuchan”, como también dice.
La Sargenta Ramírez me hace saber qué está pasando del otro lado del muro, del “muro del silencio” que -según “Marea Roja”, sector del PSUV- “se resquebrajó con la carta de Giordani”. La misma fuente afirma que ese muro está construido con “descalificaciones, amenazas y persecuciones”. La cacería está montada, el diosdadomadurismo pretende mantener el manejo del poder, el usufructo de las mieles que, si bien cada día son más escasas, siempre queda suficiente para la lujuria y la apropiación indebida.
Se queja amargamente la Sargenta del abandono de lo ideológico y programático, y de la pragmatización del PSUV. Según sus cuentas, cada vez se habla menos del socialismo que inspiró el Comandante Chávez y de la “Revolución humanitaria” que -desgraciadamente según dice- se toparía con la podredumbre de la corrupción roja. “El diosdadomadurismo no es socialista, ni siquiera chavista” afirma, como lo demuestra la purga desatada contra los más leales amigos de Chávez, de los cuales Giordani y Navarro son los focos más vistos, pero que se multiplican a nivel de base en ministerios, institutos y empresas del Estado, así como en las misiones, donde se persigue a todo el que critica así sea levemente a Nicolás, quien pretende ser intocable.
El politólogo Nicmer Evans, al hacer referencia a las serias críticas que desde el PSUV se hace al estilo del liderazgo imperante, dice que se está pasando “del hiperliderazgo a la hipersensibilidad”, análisis que luce acertado. El de Chávez fue un liderazgo hiperbólico, mientras que al hipersensible Nicolás, quien tiene montado un llantén, le digo: No sabes cómo enfrentar el engendro de mil cabezas, ni pretendo orientarte, lo que sí puedo decirte es que no estamos en tiempo de purgas y de silencios logrados con presión, descalificaciones y castigos; es hora de debate abierto ante las bases pesuvistas y el país. Nicolás, aterriza.
La llaga más grande del régimen que se autocalifica de revolucionario y bolivariano está en la corrupción, que ha sido el punto focal de quienes desde el chavismo levantan la voz. No son solo Giordani y Navarro, allí están entre muchos otros la exministra Ana Elisa Osorio, el exgobernador de Aragua Rafael Isea, el exalcalde de Caracas y Diputado Freddy Bernal y grupos como la Coordinadora Simón Bolívar, del 23 de Enero de Caracas, que en comunicado oficial lamenta “el triste papel desempeñado por muchos de los funcionarios del gobierno que se han visto sumergidos en corrupción”. Nicolás, aterriza.
Paciano Padrón
Twitter: @padronpaciano