Actividad de areneras y colapso de instalaciones de tratamiento de aguas servidas amenazan los ríos y playas del Estado
“Nos vamos pa´l río”. Y no hacían falta más explicaciones: La familia se ponía las cholas y preparaba una meriendita y se montaba en el viejo jeep. Solo había un río que nos importaba, nuestro río.
Quedaba solo a quince minutos de la casita de Barlovento, pasando por un camino de tierra que recordaban a los senderos de una jungla virgen. Al llegar esperábamos, como siempre, bañarnos en sus aguas transparentes. Pero esa vez, ni ninguna otra, fue así: solo habían maquinas sacando grava del lecho de un afluente pantanoso.
Desde el año 2009 se ha venido denunciando, ante distintos entes, la acción de las empresas que explotan los depósitos de graba y arena del río Tuy y demás afluentes de Miranda.
Los daños causados por los dragados han llevado a la crecida de los causes, la erosión y la perdida de nutrientes de los suelos, el deterioro de los mantos de aguas subterráneas y de cerca de 20 hectáreas de tierra destinada a la agricultura. Esto según denuncias del Consejo Campesino Agropecuario Ezequiel Zamora.
“Es mucho más fácil sacar arena de los cursos de agua que de las montañas”, explicó Herman Papaterra, asesor ambiental, quien agregó que, de seguir la actividad de las areneras, podrían producir crecidas en los afluentes, “esto podría provocar daños a la infraestructura vial y a los puentes”
Mar adentro
Al llegar a Paparo, la desembocadura del río Tuy, se hace patente la pestilencia. Y al acercarte más a las costas se puede averiguar de dónde viene: miles y miles de bolsas de basura, botellas de plástico y demás desechos de las poblaciones de Valles del Tuy, Caracas, Guarenas-Guatire y el Eje Río Chico-Barlovento son arrastrados por las aguas del río hacia la costa, posándose buena parte de ella en la costa.
Se estima que solo el 60% de la basura que se produce en Venezuela es recogida, y el 40% restante es lanzada a las quebradas, las cuales llegan a los ríos y las costa. “Las bolsas, que son los desechos livianos, los ves flotando en la superficie”, apuntó Papaterra, “solo cuando te sumerges puedes ver la verdadera magnitud del daño ambiental: en el fondo puedes ver carros hundidos, restos animales y hasta humanos”.
En informe de presentado por la Contraloría General de la República del año 2010 se constató que el 95% de las plantas de tratamientos de agua en el Estado Miranda estaban inoperativas, lo cual aumentaría los “niveles de contaminación, riesgos a la salud, daños a la flora, fauna, reservorios de agua para el consumo y las zonas costeras donde desemboca el río (Tuy)”.
El mayor depredador
“La actividad de las areneras y la falta de un sistema formal de tratamiento del agua va a causar el envenenamiento de los ecosistemas, la pérdida de las pescaderías, y un riesgo contra la salud pública”, denunció Papaterra, quien agregó que el daño ambiental producido en el río Tuy y las costas de Miranda tardaran al menos 10 años en recuperarse.
Según documento redactado por la Dirección Estadal del poder popular para el Ambiente Miranda, adscrito al Ministerio del Ambiente, este estaría al tanto de las denuncias presentadas por asociaciones de campesinos que hacen vida en las márgenes del río Tuy.
“Como las empresas que dragan el río extraen arena para la Misión Vivienda lo que lo toleran y se hacen los locos”, sentenció Papaterra. “Lamentablemente, el gran depredador del ambiente, lamentablemente, es el Gobierno Nacional”.
Playas aptas y no aptas
A consecuencia de la contaminación causada por las aguas servidas y los daños a los lechos de los ríos, las playas de la costa mirandina no serían aptas para la recreación, esto según estimaciones del asesor ambiental Hernán Papaterra.
“Ni el ministerio del ambiente ni la Gobernación hacen los estudios adecuados para decidir si las playas aptas y cuando no”, aseguró. “Esto queda claro con las muertes de sardinas y las mareas rojas: todas nuestra costa está afectada por desechos sólidos, químicos y gases contaminantes”.
Luís Guillermo Valera