Esta manifestación religiosa-cultural se desarrolla en ambiente de luchas por lograr una independencia y para acabar con la esclavitud, afirma la historiadora y Cronista del municipio Plaza, Noraya J. Pérez Díaz
La parranda de San Pedro de Guarenas, está circunscrita a los acontecimientos políticos de la gesta emancipadora ya que sus orígenes se remontan al siglo XIX venezolano, momento en el cual se da inicio a la guerra de independencia iniciada en 1810; la pérdida de la primera república y el comienzo de la emigración a Oriente cuando muchos fueron acusados de infidentes por seguir a Bolívar en su paso por estas tierras porque huían del terror desatado por Boves y Tomás Morales.
La afirmaciones corresponden a la historiadora guarenera y Cronista del municipio Plaza, Noreida Pérez a propósito de la celebración del magno evento cultural.
“La estrategia militar conocida como “la distracción de Bermúdez” desde el Oriente a Guatire, de Guatire a Caracas, a los Valles de Aragua regresando nuevamente a Guatire, y la batalla de Carabobo en 1821 donde también participaron algunos pardos de la región de Guarenas y Guatire, contribuyeron a sellar la independencia venezolana. Luego de la victoria de Carabobo, se crea el Cantón Guarenas alcanzando su autonomía municipal, independiente de Caracas y estableciendo en 1822 su propio Concejo.
Ambiente de luchas
por la independencia
En este sentido, tal sigue manifestando, la manifestación religiosa-cultural se desarrolla en un ambiente de luchas por lograr una independencia y para acabar con la esclavitud, nace específicamente en la hacienda San Pedro ubicada en Guarenas, en la que existió una capilla donde se encontraba la imagen de San Pedro Apóstol, cuarto mestizo y patrón de los esclavos negros de Guarenas y Guatire quien sanó a muchos enfermos en esta hacienda. La veneración a San Pedro Apóstol comienza desde este momento simbolizado en María Ignacia quien pide el milagro de salvar a su hija Rosa Ignacia. Ella había prometido al santo que de salvarle la vida le cantaría y bailaría cada 29 de junio, y así le tocó hacer por mucho. Luego, María Ignacia cae enferma, y su marido José Eusebio continuó con la tradición ante la muerte de su mujer a quien le prometió seguir con la promesa.
Negros esclavos
al trabajo riguroso
El origen de la tradición comienza con los negros esclavos llegados a estas tierras sometidos al trabajo riguroso tanto de la construcción de las haciendas como del trabajo interno, y quienes le rendían culto a este santo patrón. Contaba la hacienda San Pedro con una capilla con la imagen del santo, pero a causa del terremoto de 1812 fue derrumbada, y la imagen fue rescatada y entregada a Juan Aponte quien la conservó durante muchos años. Debido a esta situación la festividad del San Pedro se continuó llevando a cabo en la iglesia de la Copacabana, donde actualmente reposa dicha imagen.
La Parranda de San Pedro estuvo al mando de Norberto Blanco, quien antes de morir se la entregó a Antonio Núñez, que a su vez la mantuvo durante cincuenta y dos años, cantando y bailando al santo patrón. La herencia de Antonio Núñez es la voz de varias generaciones del pueblo que guardó un canto recorriendo calles y plazas durante años (Sonia García, 2001). En febrero de 1986 le entrega la jefatura de la parranda a su hijo Pablo Núñez, y el 5 de febrero de 1986 fallece con el ánimo de que “La parranda de San Pedro nunca se puede acabar”. Desde este momento es su descendiente quien tiene la responsabilidad de dar continuidad a la tradición. Los preparativos para la celebración comienzan unos meses antes, y se hacen notar cada 29 de mayo con la serenata que lleva la parranda por las principales calles para anunciar a los vecinos la proximidad de la fiesta. En la antesala a la festividad, el 28 de junio, se adorna la iglesia y se viste al santo, “…por la noche la parranda lleva serenata a las puertas, sin los trajes, y se retira hasta el día siguiente, cuando comienza propiamente la fiesta.
Tiene la particularidad esta tradición en Guarenas que la imagen del San Pedro Apóstol solo aparece durante la procesión que se lleva a cabo una vez finalizada la celebración eucarística, y alrededor de la Plaza Bolívar, y no en las serenatas y recorridos por las diferentes calles. Concluida la procesión, se coloca el santo de frente al público y en la entrada de la Catedral, desde donde se escuchan las siguientes palabras a cargo del jefe y solista de la parranda:
“En el nombre de Dios comienzo
como debo e’ comenzar
y en el nombre de Dios y la Virgen
yo me voy a persignar”
Desde este momento se da inicio al canto, el baile, al pago y peticiones de promesas. Al final de estos actos comienzan la danza y los actos, siendo acompañados esta vez por los Sanjuaneros. Al finalizar este rito la imagen es guardada hasta el próximo año en la nave izquierda de nuestra catedral. Desde entonces comienza el recorrido por las calles de nuestra ciudad el cual suele terminar en la Plaza de la Candelaria, dejando constancia de una sucesión de herencias culturales, de cantos de pueblo al compás de maracas, cuatro y cotizas.
Esta tradición llena de entusiasmo por tucusitos, María Ignacia, coticeros y prometeros, nos invita a recordar cada 29 de junio las palabras que alguna vez dijo Antonio Núñez: “El San Pedro de Guarenas no lo podemos olvidar”, y en especial ahora siendo Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Del pasado colonial de Guarenas para el mundo.
Jairo Garzón Romero
j.jgarzon.r@hotmail.com
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