Lindsay Davenport recuerda haber levantado una raqueta de tenis cuando era niña y el sentimiento que le produjo una poderosa devolución. Luego de darse por vencida en otros dos deportes, halló algo que le gustaba.
Y el sábado alcanzó el máximo honor en su deporte al ingresar al Salón de la Fama del Tenis Internacional.
Davernport se mantuvo 98 semanas como la número 1 del mundo. Ganó el Abierto de Estados Unidos en 1998, Wimbledon en 1999, el Abierto de Australia en 2000 y la medalla olímpica de oro en 1996, además de otros tres títulos de torneos grandes en la modalidad de dobles.
Chris Evert fue uno de los presentes en la ceremonia. La estrella del tenis describió el estilo de juego de Davenport como muy fuerte, agresivo y con autoridad.
Ésta hizo su entrada al salón junto con la cinco veces medallista paralímpica Chantal Vandierendonck en la categoría de jugador reciente; el entrenador Nick Bollettieri, la ejecutiva Jane Brown Grimes y el comentarista John Barrett en la categoría de contribuyentes.
«Pegarle a la pelota y hacer contacto siempre fue algo que me salía muy natural», dijo Davenport en una conferencia de prensa. «Fue una bendición. Sucedió a una edad temprana. No me di cuenta de que era algo difícil de hacer y que tenía un talento especial, y me tomó mucho entenderlo».