Llena, naranja, roja o menguante, la Luna no deja de fascinar y sorprender.
Y aunque vista desde la Tierra lo parezca, su verdadera forma no es una esfera perfecta.
Es más, dicen los científicos, el satélite natural de nuestro planeta se parece más bien a un limón.
Ahora, por fin, han descubierto por qué tiene esos contornos deformados.
Para ello, un equipo de investigadores de Estados Unidos calculó el efecto que tuvieron las fuerzas de rotación y de marea en la forma de la Luna primitiva.
Así llegaron a la conclusión de que sus propios giros y la fuerza de la marea, es decir la fuerza gravitacional que ejerce la Tierra, crearon una luna «con forma de limón», dice el trabajo que publica la revista Nature.
Y esto ocurrió cuando la Luna era en gran parte líquida bajo una delgada corteza de roca, explicó Ian Gerrick-Bethell, investigador de la Universidad de California Santa Cruz y autor principal de este estudio.
Cuestión de rotación
Esta interacción con nuestro planeta también causó un cambio de la Luna en su propio eje.
«En el caso de la Tierra, Marte y otros cuerpos, sabemos que la forma dominante del planeta se debe a su rotación», dijo Gerrick-Bethell.
«Si tomas un globo de agua y comienzas a hacerlo girar, va a sobresalir en el ecuador, y en la Tierra tenemos algo muy similar a eso».
Este efecto, sin embargo, no explica lo «sorprendentemente deformada» que es nuestra luna.
«Está girando muy lentamente, y está realmente lejos de la Tierra, así que no es probable que las fuerzas de marea actuales estén causando eso».
La nueva explicación que encontraron Gerrick-Bethell y su equipo es que hace 4.000 millones de años –cuando se formó la Luna a partir de los enormes escombros lanzados por el impacto entre una joven Tierra y un planetoide– el satélite estaba mucho más cerca de nuestro planeta.
Esto significa que las mareas eran más fuertes.
«La Luna también giraba mucho más rápido», le dijo el científico a la BBC.
«Por lo tanto hay una variedad de cosas interesantes que podrían haber pasado y cambiado su forma cuando la Luna estaba muy caliente».
Calentar y estirar
Cuando nació la Luna, era roca líquida. A medida que se enfrió, la corteza exterior se solidificó y flotó sobre un océano viscoso.
La fuerza gravitacional ejercida por la Tierra levantó mareas en la Luna que comenzaron a «flexionar y tirar de aquella delgada corteza», dijo Gerrick-Bethell.
Esta idea fue inspirada por un estudio anterior sobre Europa, una de las lunas de Júpiter, que tiene una corteza de hielo flotando sobre un océano de agua.
En un estudio de 2013, investigadores de la Universidad de Texas en Austin calcularon cómo el calentamiento producido por la aceleración de la fuerza de marea –generada por el tirón de Júpiter sobre el agua líquida más cálida– estaba distribuido en la corteza helada de Europa.
El equipo de Gerrick-Bethell se dio cuenta que un efecto similar puede haber ocurrido en el océano de roca líquida de la joven Luna.
Las primeras fuerzas de marea desde una Tierra más cercana calentaron de forma desigual la corteza lunar, y mientras se enfriaba, las fuerzas de las mareas fijaron las irregularidades de su exterior.
También resolvieron los problemas matemáticos causados por los grandes cráteres y cuencas en la superficie del satélite que se formaron después de que se solidificara la corteza.
Estas formaciones fueron difíciles de explicar en los intentos previos de interpretar la forma ligeramente achatada de la Luna.
Pero la conclusión a la que llegaron, aseguran los científicos, es la mejor explicación hasta ahora de la extraña forma de la Luna.
BBC Mundo