A pocos días de comenzar la temporada del fútbol profesional y los equipos en la fase final de su preparación, Caracas sigue siendo cenicienta en un detalle fundamental para el éxito del espectáculo: sus dos escenarios, el Olímpico de la Ciudad Universitaria y el Nacional “Brígido Iriarte” de El Paraíso tienen, con largueza, los dos campos en peor estado.
No es exagerado decir que son los peores del pais. Ello a pesar de que, con motivo de la Copa “América” (2007), el estadio de la UCV recibió un retoque millonario, aunque con muchas deficiencias, tantas como para calificar que en ese entonces no quedó mejor que cuando lo inauguraron en 1951. Además, el excesivo uso del rectángulo de juego y deficiente mantenimiento permiten pensar que, si no fuera por intereses más allá de lo futbolístico, allí no permitirían realización de partidos internacionales.
Otro tanto sucede con el “Brigido”. Más antiguo aún, ha sido objeto de dos remodelaciones en los últimos 30 años. También, desde luego, a un alto costo. Pero se ha convertido en un monumento a la ineficiencia, la negación del mantenimiento y una denuncia sobre la irresponsabildad de las autoridades deportivas. Su terreno, por supuesto, no escapa al desastre, y como en el caso del Olímpico es un buen motivo de estudio para los técnicos, que deben aplicar allí directrices diferentes, para un quehacer futbolístico que se adapte a semejantes “potreros”.
Y, como suele llover sobre mojado, en la temporada 2014-15 habrá allí un equipo más, pues ante el ascenso de Metropolitanos, que se une a Caracas, La Guaira, Petare y Atletico Venezuela serán cinco (uno menos del tercio de los protagonistas del certamen) los que pasarán por ese calvario en la mitad de sus partidos. Y se lo harán pasar a sus visitantes.
AN