La industria automotriz venezolana mantuvo su bajo ritmo de producción durante julio, cuando registró una caída de 87,53% respecto del mismo mes de 2013 y con un leve incremento del armado en algunas ensambladoras.
De acuerdo con el reporte de la Cámara Automotriz Venezolana, se trata de un descenso sostenido similar al de junio de 2014, que alcanzó el mismo porcentaje.
Durante los primeros siete meses del año, la producción acumulada se redujo en seis veces en relación con el mismo período de 2013, al pasar de 43.833 unidades a las actuales 7.023.
Con estos números, la industria automotriz venezolana enfrenta su peor año, con dos de las siete ensambladoras (Mack y Chrysler) totalmente paralizadas, otras dos (Ford y General Motor) que continúan bajando su producción y sólo tres más (Toyota, Iveco y MMC Automotriz) que tímidamente elevan sus números, algunas casi desde cero.
La crisis del sector responde a que el gobierno del presidente Nicolás Maduro no ha liquidado las divisas requeridas para importar el material necesarios para producir, en un país que vive un férreo control de cambios desde 2003.
El gobierno ha sostenido diversas reuniones con representantes locales de las productoras automotrices en Venezuela en un intento por resolver una deuda calculada en casi 2.800 millones de dólares debido a los retrasos para liquidar divisas al sector.
Los últimos datos disponibles del Ejecutivo venezolano revelan que el sector automotor ha recibido en este año alrededor de 1% de las divisas que requiere para importar, en momentos en que los venezolanos padecen una inflación anualizada que supera 60% y que el Banco Central reporta índices de escasez de 50% en medicinas y 29,4% en alimentos para el mes de marzo.
La crisis de producción y oferta de vehículos ha ocasionado que los concesionarios venezolanos de las distintas marcas se encuentren vacíos o con contadas unidades disponibles, a las que los compradores sólo pueden acceder luego de anotarse en kilométricas listas que los hacen esperar más de un año para comprar un carro nuevo.
Otros optan por el mercado de segunda mano, donde los vehículos usados son más costosos que los nuevos, cuyos precios están regulados por el gobierno. AFP