A pesar de sus esfuerzos por querer aparentar levedad de su situación interior, la oposición venezolana, está sumergida en una situación realmente crítica que le resulta difícil ocultar
Volcán en erupción
La renuncia forzada e inesperada de Aveledo a la secretaría ejecutiva de la MUD no es más que el asomo del cráter de un volcán en erupción: forzada, por la crítica despiadada e inmisericorde que los salidistas, (impulsores de la salida del Presidente Maduro a como diera lugar), le formularan en la fulana “encerrona” que realizaran los opositores en días pasados e inesperada, porque lo menos que esperaban quienes lo apoyaban dentro de la MUD (Capriles, AD y Primero Justicia) era que el veterano dirigente tomara una decisión de tal naturaleza, abandonando el barco, dejándolos a la deriva; ya han transcurrido más de 15 días de esta decisión y los opositores no encuentran como sustituirlo.
Pero está claro que el centro del problema no es quien o quienes sustituyen a Aveledo, o si reponen o no la figura de la secretaría ejecutiva, lo que está planteado en el fondo son gruesas contradicciones que no tienen fácil solución, además de los egos y ambiciones desenfrenadas que están presentes en las cabezas de quienes fungen de dirigentes; cada quien aspira ser el adalid de la cruzada que permita retomar el control político del país.
iferencias tácticas
Esas contradicciones no son programáticas ni estratégicas: todos coinciden, con ligeros matices, en reponer, en el país, el orden capitalista tal cual como imperaba en los “tiempos gloriosos” de la cuarta república, sostenido en el estado liberal burgués y enmarcado en el régimen de la democracia representativa, que ni era representativo y mucho menos democrático, pero para los efectos aparenciales lucía como suficiente para mantener el sistema de dominación capitalista.
Indicativo de este consenso es el clandestino programa que anunciara el candidato opositor, Capriles Radonski, en las elecciones presidenciales del 2012 y en las sobrevenidas del 2013, programa que todos aprobaron y con el cual no hicieron mayor aspaviento para no evidenciarse como propulsores de un sistema con el cual el pueblo trabajador venezolano, a partir de Chávez, ha comenzado a marcar un firme distanciamiento.
Eso está claro, el campo opositor, con las gradaciones del caso, opta por el régimen del capital y su lógica, lo cual implica, y eso también está claro, asumir la misma relación de dependencia y sumisión que, históricamente, han mantenido con el imperialismo estadounidense. Ese sería el signo de un gobierno opositor, independientemente, de quién de sus dirigentes estuviese al frente del país, con el agregado de que, en las primeras de cambio, apelarían a una bestial represión en el intento por eliminar o desconocer las conquistas sociales y políticas alcanzadas por nuestro pueblo en el marco del período bolivariano y chavista.
Por tanto, sus contradicciones, no son programáticas ni estratégicas, responden a los mismos intereses de clase burguesa parasitaria; más bien, son de naturaleza táctica y en donde las diferencias de índole personal o grupal también tienen su incidencia.
Las diferencias tácticas provienen en la preeminencia que se les otorga a las formas de lucha a instrumentar para plantearse la toma del poder, mientras unos asumen el esquema insurreccional (López, la Machado, Ledezma, Voluntad Popular, Vente Venezuela, Bandera Roja, Alianza Bravo Pueblo, Proyecto Venezuela y ciertas ONGs) y para tal efecto instrumentaron, a partir de febrero del presente año, la llamada Salida, a través de las guarimbas y otras acciones desestabilizadoras; otros proclaman ahora, oportunistamente, (Capriles, Aveledo, Primero Justicia, AD y otras organizaciones menores), la vía política electoral para acceder al poder, cuando, apenas, en abril del año pasado también se habían lanzado por el barranco de la guarimba subversiva.
Pero ahora resulta que entre los salidistas también han surgido diferencias de enfoque, unos plantean (López y su combo de Voluntad Popular) la convocatoria de una Asamblea Constituyente y la Machado acompañada por Vente, Copei, Causa R, Proyecto Venezuela, Alianza Bravo Pueblo, ha levantado la consigna de un Congreso de Ciudadanos; si bien, figuras distintas que en el fondo persiguen la misma finalidad: soliviantar al país en la ilusión de que se pueda generar un movimiento de masas con el cual presionar a destiempo, por una vía no constitucional, la salida del Presidente Nicolás Maduro.
Capriles alardeó en su campaña que había un camino, pero resulta, a estas alturas del juego, que varios de los factores políticos que conforman la oposición ya no siguen el camino caprilista, para ellos ya no hay tal camino; por eso se hace cada vez más evidente el deterioro del supuesto liderazgo que en algún momento puntual pudo haber acumulado el Flaco. Por otro lado, la salida de López (preso y enjuiciado), Machado (auto-defenestrada como parlamentaria) cuenta con el rechazo, registrado, de la inmensa mayoría de los venezolanos. Por eso decimos que la oposición venezolana se encuentra sin camino y sin salida; en estos momentos, todos vuelven a coincidir, he allí su verdadera naturaleza, en la desfachatez de no condenar el genocidio que el sionismo israelí ha cometido contra el pueblo palestino.
Más desgajamiento
Por otro lado, en la diáspora opositora hay que anotar, por un lado a Henri Falcón, gobernador de Lara, quien con su Movimiento Avanzada Progresista, intenta diferenciarse del actual maremágnum opositor en la idea de irse perfilando como eventual candidato presidencial. Y, así mismo, el renegado Pablo Medina está anunciando la conformación del Bloque Nacionalista, conformado por el Movimiento Laborista, Democracia Renovadora, Partido Comunidad, Séptima República, entre otras organizaciones que se han desgajado de la MUD.
Antes que este saco de gatos, el pueblo opositor y el país se merecen otra dirigencia opositora. ¿Será posible?
Notas paralelas
Miguel Ugas