Los vendedores de whisky aseguran que hay una relación directa entre las ventas de este licor y el crecimiento económico. De ser así, el futuro de Venezuela no es muy prometedor, así lo publicó Kejal Vyas en el WSJ.
Otrora el principal mercado de whisky de América Latina y uno de los seis mayores del mundo, Venezuela experimentó una caída de 30% en las ventas de este licor el año pasado, y se prevé que la tendencia continúe en 2014, según ejecutivos del sector. El país dejó de ser uno de los 10 mayores consumidores del mundo luego de que la alta inflación volviera prohibitivos los precios del licor predilecto de los venezolanos. Mientras tanto, los controles estatales sobre el dólar han atado las manos de los importadores, que no pueden pagar las marcas más conocidas traídas desde Escocia e Irlanda.
Eso, sin embargo, no quiere decir que la gente beba menos alcohol. La economía, que según las previsiones de los analistas de Wall Street se encamina a entrar en recesión este año, está obligando a los consumidores a optar por un licor más barato: el ron local y Venezuela produce algunos de los mejores del mundo.
«El ron era lo que tomabas en la universidad antes de que tus gustos se refinaran y te cambiaras al whisky», cuenta Oscar Pachano, director de marketing del conglomerado internacional Diageo DGE.LN -1.24% PLC en Venezuela. «Pero ahora vemos que cuando la gente llega a los 30 y 35 años, quiere seguir con lo que ya conoce».
Diageo lanzó hace poco una nueva línea de rones, llamada Leyenda, que salió de su marca de ron Cacique con el objetivo de captar a los consumidores en transición.
Las ventas de ron crecieron 25% en 2013, según la empresa londinense International Wine and Spirit Research, o IWSR, y se espera que sigan aumentando este año.
«Hay un grupo de personas que está pasando de whisky a rones de alta calidad, para no comprometer su estatus social», dice Jordi Gols, un jubilado de 67 años que vive en un barrio adinerado de Caracas pero tuvo que empezar a beber un licor de menor costo.
Una noche reciente, Gols se sentó en su penthouse venido a menos, recordando como hace unos años se acababa una botella entera de su amado Johnnie Walker etiqueta negra (o sello negro) casi todas las noches. Ese «vicio», como lo denomina, se volvió prohibitivo.
Una botella etiqueta negra de 750 mililitros es siete veces más cara que hace dos años. Diageo, su fabricante, tiene que cubrir una inflación anual de más de 60% y un rápido debilitamiento del bolívar en el mercado negro. El mes pasado, el precio aumentó 30% para llegar a los US$400 al tipo de cambio oficial, equivalente a dos semanas de salario mínimo.
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