Desde el 2010 se ha decretado a los sectores San Pedro y San Isidro de Altavista, de la parroquia Sucre del municipio Libertador, como zonas de alto riesgo, y a pesar de ello, sus habitantes todavía no han sido reubicados, muchos de ellos de avanzada edad
Ya son cerca de cuatro años desde que se derrumbaron las primeras casas: de estrépito, dejando a su paso cientos de personas que recogieron cuanto pudieron antes de irse. Un día, simplemente, colapsaron por aquel cerro que ahora amenaza con llevarse otras 60 viviendas en el callejón de San Pedro, Altavista, Catia, municipio Libertador.
“Había un gran edificio, como de cuatro pisos del otro lado de la cera”, dijo Marisol Martínez, residente de San Pedro, quien señala hacia dónde antes se levantaba la construcción, como muchas otras, en la actualidad lo que se aprecia es el monte y los escombros, “y más abajo hasta un módulo de Barrio Adentro, y todo eso se lo llevó el cerro”.
En reiteradas ocasiones, las autoridades del municipio Libertador de Caracas han prometido construir un embaulado para evitar que el agua siga mellando el cerro, sin embargo, no han pasado de palabras. Situación aún más notoria en cuanto, desde una de las casas afectadas, se pueden ver las obras del túnel que unirá la Cota Mil con la autopista Caracas-La Güaira.
“Allí sí hicieron el revestimiento en la montaña, y no les tomó ni dos años”, dijo Martínez, “mientras que aquí llevamos cuatro años con la carta de que esta es una zona con peligro de deslizamiento y no han hecho todavía nada”.
Y ya no queda mucho por hacer: el pasado jueves se apersonaron en el lugar funcionarios de Protección Civil y la Alcaldía de Libertador para hacer una inspección en el terreno.
“Vinieron y dijeron que ya no se puede construir el embaulado”, dijo Mayra Espinosa, residente de San Pedro. “Hay demasiados deslizamientos en los suelos, así que dijeron que tenían que desalojar el sector cuanto antes, y que a la proxima lluvia fuerte podría llevarse nuestras casas”.
En San Pedro hay cerca de 60 familias que deben ser reubicadas de inmediato, mientras que en San Isidro, un sector colindante, hay otras 40 familias en situación de extremo peligro.
“No hay refugio”
Para llegar a las últimas casas del callejón de San Pedro hay que cruzar por un endeble puente artesanal, hecho por los propios vecinos con rejas y cabillas que quedaron tras los derrumbes de algunas viviendas en diciembre de 2010; suspendido sobre el vacío, con cada paso la estructura se estremece un poco, justo sobre un precipicio que cada día se va erosionando otro poco, producto de las lluvias y la red de tuberías que sirven al sector.
“Los ingenieros geólogos que vinieron a hacer la inspección me dijeron que apenas llueva se va a caer la casa que está junto al puente y se va a llevar consigo también la mía”, dijo Espinosa.
Asimismo, agregó que hasta el momento no le han dicho dónde serán reubicados o si se les adjudicará una nueva vivienda o serán llevados a refugios. “Los funcionarios de la Alcaldía de Caracas y los de Protección Civil solo nos han dicho que no hay refugio para llevarnos”, aseguró Espinosa, quien, al momento de entrevistarla, estaba empacando sus cosas para ir a pedir albergue en casa de sus padres.
“Mucha de la gente que vive aquí es de una edad considerable, es demasiada maldad por parte del Gobierno, en especial del alcalde Jorge Rodríguez, poner a esa pobre gente a pasar trabajo en los últimos días de su vida”, dijo Marisol Martínez. “Así es como trabaja esta “revolución”: mientras no ocurra una desgracia como esta no le prestan atención al pueblo”.
Miedo
“Tengo miedo de estar aquí y que me caiga una casa encima, si pudiera me iría para un refugio”, dijo Yeline Benítez, habitante del sector. “Los pisos se me están levantando y las paredes se agrietan a cada rato; han venido varias veces a hacer inspecciones y nunca dan una respuesta definitiva”.
Por su parte, Mayra Espinosa se alista para abandonar su residencia con sus dos hijos, y un tercero en camino. Le preocupa que la lluvia los agarre desprevenido a plena noche.
“Esas cosas siempre pasan en plena noche o a madrugada, y ¿acaso crees que a uno la va a dar tiempo de salir de acá con sus muchachos y peroles si se empieza a mover el cerro?”, se preguntó. “La naturaleza no va a esperar que uno se termine de despertar ni que la gente mayor cruce ese puente que está por caerse”.
Palabras vacías
Hace cuatro años, el alcalde de Libertador, Jorge Rodríguez, dijo en una rueda de prensa que ya tenía los recursos aprobados para ayudar a los vecinos de Altavista, y hasta ahora nada. “Ellos vinieron hace un año, una semana antes de las elecciones presidenciales, y nos dijeron que por fin nos iban a socorrer”, dijo Evimar Torres, residente del sector, “y uno que le dio el voto de confianza al presidente Maduro, y que ahora lo necesitamos, no ha tenido la dignidad de subir a atender nuestro problema”
Luís Guillermo Valera
Twitter: @LuisGValera
Fotógrafo: Jaime Manrique