Una de las guareneras más viejas dejó de existir esta semana en la ciudad barloventeña de Caucagua, hasta donde se había ido a vivir sus últimos días con unos familiares.
Cien años de vida no se cuentan fácil, y cuando tuvimos la ocasión de realizar el reportaje a propósito de los 100 años de vida de la matrona Efigenia Díaz, tuvimos la ocasión de hacer importantes reflexiones acerca de lo bien vivido que fue su paso por este mundo, y las anécdotas que rodearon su existir, así como lo importante que fue para los suyos. Efigenia dejó este mundo ahora con 102 años de vida, y de esta manera se convirtió en una de las guareneras más viejas.
En febrero 2010
Hacia el mes de febrero del año 2010 tuve la ocasión de entrevistar a Efigenia, entonces yo con 38 años de vida, y ella con nada más y nada menos que 100 años. No pudo venir a mí otro pensamiento que el deseo de que Dios me permita llegar a la ancianidad con tal lucidez y ternura en mi corazón.
Desde 1.910
Hacia el año 1.910 comenzó la historia de Efigenia Díaz, quizás una de las guareneras más antiguas, quien entre sus cultivos de flores y su absoluta honradez y sinceridad, se mantuvo siempre a la cabeza de una inmensa familia.
Una docena de hijos, 40 nietos y los bisnietos y tataranietos que pudo conocer, tuvo en su haber Efigenia, a quien conocimos siendo una mujer dicharachera y llena de recuerdos, que en su momento habría accedido a contarnos su historia, en la propia tranquilidad de la que entonces era su casa, en el sector Altamira del barrio Guacarapa, en Guarenas, desde donde posteriormente se fue a vivir con una de sus hijas a la población de Caucagua.
Yeiri Rodríguez, una de las nietas de Efigenia, nos habló en aquella entrevista de la historia de su abuelita centenaria, a quien desde niña le decía mamá, y fue entonces cuando nos interesamos en conocer aquella historia de una mujer que vivió hasta sus últimos días siendo feliz, muy dulce e inteligente.
Juan se fue primero
Efigenia estuvo casada durante 48 años con Juan Pérez, el marido que se fue de este mundo cuando Efigenia tenía como 70 años. En ocasión de habernos permitido esta entrevista, Efigenia aseguró muy lúcida, que su esposo la hizo inmensamente feliz, y estuvo siempre a su lado, llevando adelante a sus 12 muchachos.
De los 12 hijos de Efigenia, sólo siete le sobrevivieron, y cuando hablamos con ella, la misma lucía un poco triste, porque en ese año 2010 había fallecido el hijo que se mantenía con ella en su casa, dándole los principales cuidados, por cuanto el resto de sus hijos, nietos y bisnietos, residían en otros sectores.
Con alegría
En nuestra entrevista de 2010 la hoy desaparecida Efigenia también contó con alegría que la gustaba bailar mucho, y lo que fuera, pero sobre todo joropo mirandino.
Ella hilaba sus recuerdos de manera impresionante, y sus 100 años no parecían tales. Su padre Antonio Díaz fue arpista, y eso lo recordaba perfectamente Efigenia. Inés Abreu, su mamá, conquistó el corazón de su padre a finales de los años 1.800, y de esa manera trajeron al mundo a Efigenia y al resto de sus hermanos.
De su infancia Efigenia no recordaba casi nada, pero sí recordaba sus años de moza, aquellos en que bailaba mucho y conoció a Juan Párez y le fue pariendo hijos, sin dejar de cultivar sus rosas hacia la zona de Izcaragua, cerca de lo que se ha conocido en la historia de Guarenas como Los Castillos y Los Anaucos, para luego venderlas en el Mercado Municipal y hacia la zona capitalina de El Hatillo.
Su Guarenas
De las celebraciones de Guarenas Efigenia dijo en su momento recordar que en su época de muchacha era mucho el baile que se hacía, y por eso desde muy pequeña su padre la enseñó a bailar joropo, cosa que siempre disfrutó durante cualquier celebración en Guarenas. Ella bailó música e Los Antaños, y le gustaba mucho.
En épocas como el carnaval, Efigenia recordaba que eso era pura serpentina, caramelo y alegría, y nada de agua y violencia. «Cuando eran las fiestas yo bajaba de mi cerro y me iba a bailar», nos dijo en 2010 esta hermosa abuela que durante este mes de octubre se fue sin decir nada, pero dejando entre los suyos muchos gratos recuerdos, y el ejemplo de la honradez y el amor.
Los sábados
Cada sábado Efigenia recibía en su casa a sus hijos, nietos y bisnietos, ellos complacidos acudían a visitarla y a darle todo su amor, ahora cada sábado para ellos será diferente, porque mamá Efigenia ya no está, pero todos coinciden en asegurar que les dió tanto amor, que cada día de sus vidas la tendrán muy presente.
Una bendición
Cuando terminamos aquella entrevista de febrero de 2010 mamá Efigenia nos dio la bendición y nos dijo apreciar lo vivido con mucho amor y fervor, agradeciendo a Dios por todo. Ella nos deseó buen viaje, ahora nos toca deseárselo a ella.
Este Cuidado en la Acera (edición especial) está especialmente dedicado a todas aquellas personas luchadoras y tenaces que día a día ayudan a construir un país. Seres nobles a quienes Dios ha bendecido con una vida como la de Efigenia, y sobre todo a mi amiga Yeiry Rodríguez y a su familia, a quienes la vida no les ha sido fácil en los últimos tiempos, pero que por su bondad y honestidad, Dios les ha mantenido presente, ayudándoles a superar las adversidades.
Janeth Solórzano
janethmaye@yahoo.com