En algún momento en la escuela primaria, los niños dejan de usar los dedos para contar y simplemente saben la respuesta. Los científicos han realizado escaneos cerebrales a los pequeños para averiguar por qué, y observaron cómo el cerebro se reorganiza mientras los niños aprenden matemáticas.
Un consejo útil: hacer que sus hijos practiquen con sumas y multiplicaciones simples puede rendir buenos frutos.
«La experiencia realmente importa», dijo la doctora Kathy Mann Koepke, de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), que financiaron la investigación.
Un niño sano empieza a hacer ese cambio entre contar con los dedos y lo que se llama «recuperación de hechos» cuando tiene entre 8 y 9 años, edades en las que aun trabaja en la suma y la resta básicas.
Se sabe que mientras mejor hagan los niños ese cambio a la forma de resolver problemas, con base en la memoria, ello derivará en un mejor rendimiento en matemáticas a la larga.
Quienes se queden rezagados «menoscabarán o retrasarán su aprendizaje de matemáticas más adelante», dijo Mann Koepke.
¿Por qué algunos niños hacen la transición más fácilmente que otros?
A fin de tratar de averiguarlo, investigadores de la Universidad de Stanford estudiaron los cerebros de 28 niños mientras resolvían problemas simples de adición dentro de una máquina de resonancia magnética.
En las pruebas, los niños de 7 a 9 años veían un cálculo simple —3 más 4 igual a 7, por ejemplo— aparecer brevemente en una pantalla y pulsaban un botón para decir si la respuesta era correcta o incorrecta. Los científicos registraron la rapidez con la que respondieron y qué regiones del cerebro se activaban mientras lo hicieron.
En otra sesión, los científicos también pusieron a los niños cara a cara, viendo si movían los labios o contaban con los dedos, a fin de hacer una comparación con los datos del escaneo cerebral.
Los niños fueron sometidos a las pruebas dos veces, más o menos con un año de diferencia. A medida que crecían, sus respuestas se basaban más en la memoria y eran más rápidas y precisas, lo cual se notaba en el cerebro. Había menos actividad en las regiones prefrontales y parietales asociadas con el acto de contar y más en el centro de la memoria del cerebro, el hipocampo, reportaron los investigadores el domingo en la revista Nature Neuroscience.
El hipocampo es algo así como una estación temporal donde llegan los recuerdos nuevos —memoria de trabajo a corto plazo_, los cuales pueden ser enviados posteriormente a otro lugar para su almacenamiento y recuperación a más largo plazo. Esas conexiones del hipocampo aumentaban con el desempeño de los niños en matemáticas.
«Entre más sólidas sean las conexiones, mayor será la capacidad de cada individuo para recuperar datos de su memoria», dijo el doctor Vinod Menon, profesor de psiquiatría en Stanford y autor principal del estudio.
El equipo de Menon puso a 20 adolescentes y 20 adultos en máquinas de resonancia magnética y les dio los mismos problemas de sumas simples. Resulta que los adultos no utilizan su hipocampo de la misma manera. En lugar de aplicar mucho esfuerzo, Menon dijo que resolver la suma 6 más 4 es igual a 10 fue casi automático: desde la memoria a largo plazo.
En otras palabras, con el tiempo el cerebro se vuelve cada vez más eficiente en la recuperación de datos.
Mann Koepke, de los NIH, explicó que esto es similar a lo que ocurre en un campo con césped y algunos desniveles. Si uno camina por el mismo lugar lo suficiente, se forman veredas donde el pasto deja de crecer, lo cual facilita llegar de un punto a otro. Lo mismo ocurre en el cerebro.
AP