Nadie sabe lo que tiene deparado el destino, ni lo que sucederá en las próximas horas. Crónicas de pánico en transporte público
El inicio de un día que aparentaba ser normal, donde reinaban las ocupaciones y la rutina en la vida del guatireño José Luis Durán, un hombre trabajador, quien se levanta, toma una ducha, bebe una taza de café, agarra su morral y sale de su casa persignándose, (una costumbre de muchos).
El reloj señalaba las 3:30 am, hora perfecta para llegar a tiempo desde su casa a la terminal de autobuses más cercana y así dirigirse a caracas hasta su empleo.
José Luis se encontró con una fila de pasajeros muy corta, de hecho tuvo que esperar unos minutos a que el bus terminara de llenarse.
Entre los pasajeros que abordaron la unidad de transporte público iban tres sujetos con edades comprendidas entre los 20 y 30 años, quienes asemejaban ser perfectamente amigos, José Luis, como ciudadano venezolano atemorizado por la delincuencia, sintió lo que llaman la “mala espina”, porque los sospechosos se sentaron dispersos y hablaban en voz alta.
El chofer se subió al colectivo, y dio inicio al viaje a los 40 pasajeros, minutos después de salir del terminal, se levantó de su puesto un hombre armado con un revólver y apuntó al chofer pidiendo que desviase la unidad.
“Esto es un asalto, saquen sus cositas. Los reales, teléfonos, todo, no hablen y no nos vean la cara”, indicó el sujeto.
José sintió que no se había equivocado en su presagio y que vendrían momentos amargos para su vida. Para él fue como una larga, negra y temerosa espera en una lista destinada al horror, viendo el pánico de sus compañeros de aquel duro viaje, los cuales gritaban, lloraban y rezaban en voz alta para que todo terminara.
Transcurridos varios minutos, llegó el turno de José Luis para ser revisado, lo hicieron levantarse del asiento, tantearon sus medias, pantalones y bolso, de los cuales extrajeron su billetera, teléfono celular y por último su reloj, esto le indignó de tal manera que le reclamó al hampón por ello; y fue el preciso instante que José Luis prefiere no recordar. Le dijeron “cállate, eso no es tu lío, si vuelves a abrir la boca te matamos”, fue cuando sintió un fuerte golpe propinado en su cabeza con la cacha del arma.
Despojaron a todos los pasajeros sin piedad, sin distinción de edad ni género, hicieron de un día normal en la rutina de todos los que allí viajaban un momento amargo y lleno de mucha indignación, en especial para José Luis Durán, quien ahora no hay un solo día de su vida que al abordar un autobús no le llegue a la mente la terrible escena que casi le cuesta la vida. Su presagio hecho realidad afortunadamente no terminó como el de muchos otros, quienes pierden su vida a manos de desalmados delincuentes, sin embargo, José Luis sabe que no lo olvidará jamás.
Stívalis Yumare
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