No se puede hacer política con la mera negación, no basta con negar al chavismo si lo que se le contrapone es otra negación: el puntofijismo cuarto republicano, que ya fue ostensiblemente rechazado por el pueblo venezolano
El sector más ultra radical de la derecha venezolana acaba de publicar a página entera, en medios de circulación nacional, un Manifiesto con el título Congreso Ciudadano para la Reconstrucción Nacional. Futuro para todos.
Golpistas confesos
En dicho texto, firmado por una variedad de empecinados y fracasados guarimberos, golpistas confesos, caimacanes de la política y especímenes de distintos pelajes, hacen profesión de fe de que ahora sí “… surge la seguridad de que lograremos con éxito el cambio político urgente y profundo que requiere el país”, para tal efecto convocan a un proceso de encuentro tanto a los que adversan este modelo centralista y fracasado como a quienes habiéndolo apoyado quieran compartir la “…construcción de un futuro para todos.”
Cualquiera diría que nos encontramos, como se dice en la picaresca criolla, ante un mismo musiú con diferente cachimbo. Basta con echar una somera mirada en los suscriptores del documento para entender que hay de trasfondo en el mismo: allí aparecen, la plana mayor de Voluntad Popular, encabezada por Leopoldo López, Carlos Vecchio, Antonio Rivero, Freddy Guevara y el alcalde hatillano David Smolansky; la exparlamentaria María Machado y su cohorte de Vente Venezuela; el inescrupuloso Antonio Ledezma y su gentecita de Alianza Bravo Pueblo; los desvergonzados de Bandera Roja; el combo de militares retirados, generales y almirantes (Ochoa Antich, Andara Clavier, García Ordoñez, Prieto Silva, Huizi Clavier) famosos por no haber librado y mucho menos ganado batalla alguna; y vetustos y esclerosados políticos cuarto republicanos, tales como Asdrúbal Aguiar, Diego Arria, Pablo Aure, Andrés Velásquez, Carlos Tablante, Octavio Lepage, Nelson Chitty La Roche, Leomagno Flores, Humberto Celli, Paciano Padrón e infaltables damas como Marianela Salazar, Nitu Pérez Osuna, Gloria Cuenca y la “Bicha” Berenice Gómez.
Por supuesto no son todos los que están ni son todos los que son, pero hay allí una clara representación de quienes han manifestado su intencionalidad de salir del presente gobierno a como dé lugar y para ello han instrumentado los más tenebrosos y nefastos métodos, de esos que el pueblo venezolano ha tenido que soportar y derrotar reiteradamente, en el transcurso de los últimos 15 años.
Moribunda MUD
Ya se ha dicho, Venezuela se merece otra oposición. Porque, mientras tanto, la otra parte, la que se agrupa en la moribunda MUD, continúa debatiéndose en una disputa interna por el liderazgo, sin lograr el acuerdo que les permita un mínimo de coherencia en su accidentado accionar. Todo ello porque no han sido capaces de hilvanar una visión de país alternativa a la que expresa el Proyecto de País concebido y liderado por el Comandante Chávez y que, ahora, personifica el Presidente Nicolás Maduro.
El desvanecido Flaco Capriles, va a tener que apelar a algo más que el lobby sionista para alcanzar el liderazgo que ostentó en los años recientes y, así mismo, el guaro Henri Falcón, otro contumaz aspirante, va a tener que librar una dura batalla con sus enemigos internos, en el campo opositor, para poder aspirar a coronar su manifiesta aspiración y, como ellos, otros tantos, que también tienen sus corazoncitos palpitando a la espera de un suceso o resquicio por donde puedan colar sus pretenciosas ensoñaciones.
No basta la negación
No se puede hacer política con la mera negación, no basta con negar al chavismo si lo que se le contrapone es otra negación: el puntofijismo cuarto republicano, que ya fue ostensiblemente rechazado por el pueblo venezolano, que, a estas alturas del proceso de transformación que se ha venido adelantando en el país, no está dispuesto a retrotraerse a etapas ya superadas y clausuradas por la historia. Les hace falta postular una afirmación, una propuesta que prenda en el pueblo como la que formuló Hugo Chávez que, aún después de haberse ido, sigue presente, sembrada en la imaginación popular.
Hay quienes en el campo opositor, algunos de sus sesudos analistas, postulan que lo que se requiere no es un cambio de gobierno sino un cambio de modelo, frase huera, que si no está acompañada de una concreta propuesta de país, no pasa de ser un juego de palabras que sólo sirve para titular un día en la prensa burguesa o para hacer fanfarria una mañana cualquiera en un programa radial o televisivo, de esos que la mediática privada tiene acostumbrada a su cautiva audiencia de clase media o pequeño burguesa.
Sí, hay problemas
Y no es que para ese pueblo pujante y emprendedor, esperanzado por una vida mejor, no existan problemas, claro que los hay; sólo que, también, ha tomado cuerpo en el bravo pueblo una precisa conciencia acerca de los causales que determinan o inciden en la ocurrencia de tales problemas.
Muestra palpable de esto es lo que ocurre con el desabastecimiento de los productos de la dieta básica, ausente de los anaqueles de los comercios, que por supuesto genera angustia en la población, naturalmente, potenciada por los medios de comunicación al servicio de la derecha, que se encargan de hacer ver que todo ello es consecuencia de la impericia del gobierno bolivariano para manejar los asuntos económicos y del inapropiado control de cambio que se ejerce en el uso de las divisas, lo cual ocasiona retardo en la importación de los productos que no se producen en el país.
Legado chavista
El pueblo resiste frente a estos embates porque cada día tiene más claro la incidencia del manejo desestabilizador de la burguesía en la producción de bienes (caso Polar), en el retardo programado que hacen de las importaciones aún cuando tengan las divisas, en el desmedido contrabando de extracción, en el sobreprecio marcadamente especulador, en fin, a través, de distintos mecanismos que no ocultan el propósito conspirador que la anima.
Y el pueblo, también, resiste porque tiene claro que cuenta con un gobierno cuya finalidad y razón de ser es la defensa y protección de sus intereses. Es el legado que dejó Chávez.
Notas paralelas
Miguel Ugas
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