Faltan 9 días para el referéndum del 18 de setiembre, en el que 4,2 millones de votantes de esta región del norte podrán responder a la pregunta «¿Debe ser Escocia un país independiente? Sí/No».
Desde que se convocó el referéndum, en 2012, e incluso desde mucho antes, los partidarios de la independencia eran minoría. Pero el domingo el diario The Times lanzó la bomba: un sondeo encargado al instituto YouGov los situaba en cabeza por dos puntos (51%-49%).
El ministro de Finanzas, el conservador George Osborne, salió inmediatamente a prometer que cederían nuevas competencias al gobierno regional si los escoceses votaban «no».
El que fue primer ministro laborista británico Gordon Brown, escocés, que se ha sumado al esfuerzo para revertir los sondeos, difundirá este lunes el calendario para la cesión de más poderes a Edimburgo.
Brown defenderá la pertenencia al Reino Unido y avisará, según extractos de su discurso, que el «separatismo» es un «camino irreversible sin retorno».
Los independentistas se apresuraron a tildar la oferta de cesión de poderes de «soborno de último minuto», en palabras de su líder, Alex Salmond, jefe del gobierno regional y líder del SNP (Partido Nacional Escocés).
«Después de no lograr asustar a los escoceses, la próxima etapa es claramente tratar de comprarnos», dijo Salmond, que a lo largo de la campaña ha denunciado las tentativas de Londres de aterrorizar a los votantes con las consecuencias negativas que tendría la independencia.
El primer ministro, David Cameron, dijo en el Parlamento que «la decisión patriótica sería elegir una Escocia orgullosa pero dentro del Reino Unido».
LA LIBRA SE DESPLOMA
La libra respondió este lunes con una caída a su nivel de hace 10 meses en los mercados de divisas asiáticos -de 1,6323 dólares pasó a 1,6225 dólares-, al igual que las acciones de las empresas con intereses en Escocia, como Royal Bank of Scotland, Standard Life, el banco Lloyd’s y BAE Systems, la empresa de defensa que fabrica en parte en Escocia.
La vicepresidenta del gobierno escocés, la independentista Nicola Sturgeon, minimizó las turbulencias en los mercados.
«No es inusual que durante las campañas políticas, o cuando se discuten los presupuestos, el valor de la libra fluctúe. Creo que eso sugiere que los mercados financieros ven a Escocia como una economía fuerte», dijo Sturgeon, insistiendo en la tesis independentista de que la región es lo suficientemente rica para sobrevivir sin el Reino Unido.
Sin embargo, para la campaña unionista se trata de sólo de un aviso.
«Me preocupa que la reacción de los mercados a un sondeo sugiera los problemas que veríamos si abandonamos el Reino Unido», dijo el responsable de Relaciones Exteriores de la oposición laborista, Douglas Alexander.
Hasta la reina Isabel II, a la que los independentistas quieren mantener como jefa de Estado y que se supone neutral en este debate, dijo estar «horrorizada» por la perspectiva de la secesión, según unos comentarios en privado transmitidos a la prensa por un miembro de su entorno sin identificar.
9 DÍAS PARA SALVAR LA UNIÓN
«Nada más importa en la política británica» que salvar la Unión, titulaba este lunes en un análisis de portada el diario The Guardian.
Alistair Darling, escocés, líder de la campaña del «no», y ministro de Finanzas del último gobierno laborista, pedía un esfuerzo a los suyos, cuya campaña en la calle y puerta a puerta ha sido menos visible que la de los independentistas.
«Está muy reñido. Estamos en una situación en la que cualquier votante podría inclinar potencialmente la balanza del referéndum», dijo en la radio BBC, planteando un escenario como el de Quebec -la provincia canadiense que en 1995 decidió seguir en el país por 50.000 votos de un total de 4,7 millones.
La posibilidad de que Escocia se independice ha desatado especulaciones sobre el futuro político de Cameron. Además, la muestra de unidad de los partidos británicos no evitó que empiecen a vislumbrarse fisuras y futuras demandas de cuentas.
Gordon Brown, por ejemplo, acusó al gobierno conservador de haber dado alas a los independentistas.
«Muchos están irritados con la ‘bedroom tax'», un impuesto creado por el actual gobierno para los ocupantes de viviendas sociales que tengan alguna habitación desocupada, «en el mismo momento en que los ricos se beneficiaban de reducciones de impuestos», escribió en una columna en el periódico Sunday Mirror. AFP
Faltan 9 días para el referéndum del 18 de setiembre, en el que 4,2 millones de votantes de esta región del norte podrán responder a la pregunta «¿Debe ser Escocia un país independiente? Sí/No».
Desde que se convocó el referéndum, en 2012, e incluso desde mucho antes, los partidarios de la independencia eran minoría. Pero el domingo el diario The Times lanzó la bomba: un sondeo encargado al instituto YouGov los situaba en cabeza por dos puntos (51%-49%).
El ministro de Finanzas, el conservador George Osborne, salió inmediatamente a prometer que cederían nuevas competencias al gobierno regional si los escoceses votaban «no».
El que fue primer ministro laborista británico Gordon Brown, escocés, que se ha sumado al esfuerzo para revertir los sondeos, difundirá este lunes el calendario para la cesión de más poderes a Edimburgo.
Brown defenderá la pertenencia al Reino Unido y avisará, según extractos de su discurso, que el «separatismo» es un «camino irreversible sin retorno».
Los independentistas se apresuraron a tildar la oferta de cesión de poderes de «soborno de último minuto», en palabras de su líder, Alex Salmond, jefe del gobierno regional y líder del SNP (Partido Nacional Escocés).
«Después de no lograr asustar a los escoceses, la próxima etapa es claramente tratar de comprarnos», dijo Salmond, que a lo largo de la campaña ha denunciado las tentativas de Londres de aterrorizar a los votantes con las consecuencias negativas que tendría la independencia.
El primer ministro, David Cameron, dijo en el Parlamento que «la decisión patriótica sería elegir una Escocia orgullosa pero dentro del Reino Unido».
LA LIBRA SE DESPLOMA
La libra respondió este lunes con una caída a su nivel de hace 10 meses en los mercados de divisas asiáticos -de 1,6323 dólares pasó a 1,6225 dólares-, al igual que las acciones de las empresas con intereses en Escocia, como Royal Bank of Scotland, Standard Life, el banco Lloyd’s y BAE Systems, la empresa de defensa que fabrica en parte en Escocia.
La vicepresidenta del gobierno escocés, la independentista Nicola Sturgeon, minimizó las turbulencias en los mercados.
«No es inusual que durante las campañas políticas, o cuando se discuten los presupuestos, el valor de la libra fluctúe. Creo que eso sugiere que los mercados financieros ven a Escocia como una economía fuerte», dijo Sturgeon, insistiendo en la tesis independentista de que la región es lo suficientemente rica para sobrevivir sin el Reino Unido.
Sin embargo, para la campaña unionista se trata de sólo de un aviso.
«Me preocupa que la reacción de los mercados a un sondeo sugiera los problemas que veríamos si abandonamos el Reino Unido», dijo el responsable de Relaciones Exteriores de la oposición laborista, Douglas Alexander.
Hasta la reina Isabel II, a la que los independentistas quieren mantener como jefa de Estado y que se supone neutral en este debate, dijo estar «horrorizada» por la perspectiva de la secesión, según unos comentarios en privado transmitidos a la prensa por un miembro de su entorno sin identificar.
9 DÍAS PARA SALVAR LA UNIÓN
«Nada más importa en la política británica» que salvar la Unión, titulaba este lunes en un análisis de portada el diario The Guardian.
Alistair Darling, escocés, líder de la campaña del «no», y ministro de Finanzas del último gobierno laborista, pedía un esfuerzo a los suyos, cuya campaña en la calle y puerta a puerta ha sido menos visible que la de los independentistas.
«Está muy reñido. Estamos en una situación en la que cualquier votante podría inclinar potencialmente la balanza del referéndum», dijo en la radio BBC, planteando un escenario como el de Quebec -la provincia canadiense que en 1995 decidió seguir en el país por 50.000 votos de un total de 4,7 millones.
La posibilidad de que Escocia se independice ha desatado especulaciones sobre el futuro político de Cameron. Además, la muestra de unidad de los partidos británicos no evitó que empiecen a vislumbrarse fisuras y futuras demandas de cuentas.
Gordon Brown, por ejemplo, acusó al gobierno conservador de haber dado alas a los independentistas.
«Muchos están irritados con la ‘bedroom tax'», un impuesto creado por el actual gobierno para los ocupantes de viviendas sociales que tengan alguna habitación desocupada, «en el mismo momento en que los ricos se beneficiaban de reducciones de impuestos», escribió en una columna en el periódico Sunday Mirror. AFP