Leopoldo Puchi
Aunque parezca mentira, distribuir el dinero que proviene de la riqueza petrolera entre todos los venezolanos es un asunto práctico muy difícil de resolver. Los dólares están allí, provienen de la venta del petróleo. Uno de los mecanismos que se ha encontrado para garantizar esa distribución es mantener los precios controlados, como por ejemplo el precio de la gasolina. Se benefician directamente quienes utilizan el transporte público y los sectores que tienen carros. De manera indirecta se beneficia toda la población, empresarios y consumidores, porque los costos son menores, lo cual incluye el costo de la energía eléctrica que se produce con derivados de los hidrocarburos.
Pero todo control requiere de una acción pública que lo organice, ejecute y vigile. Es un trabajo administrativo y también de ejercicio de la coerción. Hay que asentar datos, distribuir, llevar la contabilidad y evitar que el producto sea sacado del país, ya que existe una diferencia entre el precio nacional y el internacional, lo cual representa una ganancia para el que lo comercialice afuera. Es el problema del contrabando, que requiere una fuerte vigilancia fronteriza y una policía y una guardia nacional muy integra en sus valores y en el ejercicio de sus responsabilidades. Todo control requiere controladores eficientes.
Como los encargados de controlar (Guardia Nacional, empleados de aduanas) no cumplen cabalmente con su función y una cantidad de gasolina valorada en más de tres millardos de dólares se escapa por las fronteras, se ha planteado como solución subir los precios al rango internacional. Sin embargo, por más que se suba la gasolina nunca será a precios internacionales, por lo que siempre será un negocio sacarla de contrabando. Así que por mucho tiempo habrá necesidad de controles y de un personal que cumpla bien con esa tarea.
Todo indica que no hay una solución única y definitiva al problema. Por una parte, hay que disminuir la brecha en el precio, que es hoy muy elevado y es un incentivo para que se comentan ilícitos. Al mismo tiempo hay que sanear nuestro sistema de controles, penetrado completamente por el negocio ilegal, en particular en el área militar, pero no sólo en ésta. Los pipotes de gasolina localizados en la Guajira fueron llenados previamente en centros de distribución de Pdvsa. Y la gasolina que sale en embarcaciones con tanques ocultos de Puerto la Cruz tiene el mismo origen. Un negocio que funcionaba durante la cuarta y que ha continuado en la quintade. Sin funcionarios honestos el chorro petrolero no llegará nunca a los sectores populares.