Nuevos materiales, eficiencia y sostenibilidad son las tres premisas de la nueva arquitectura «verde». Construcciones que respeta el entorno y aplican los nuevos cánones del movimiento ecologista. Nader Khalili, Emilio Ambasz y Michael Reynolds son pioneros en el desarrollo de estos nuevos modelos de construcción.
La apuesta por el ecologismo está a la orden del día. El movimiento «verde» ha impregnado ya la arquitectura, para que la construcción tenga un futuro dentro de la sostenibilidad.
Tres nombres son ejemplos de ello. Nader Khalili, Emilio Ambasz y Michael Reynolds han sido pioneros en la investigación y el desarrollo de nuevos modelos de construcción que protejan el medio ambiente.
Pese a la mala costumbre de identificar lo sostenible con lo caro, lo cierto es que rehabilitar un edificio puede suponer un ahorro en energía y agua, con lo que el aparente coste superior inicial se sufraga con el paso del tiempo y la reducción en las facturas.
Al tratamiento de residuos y los métodos de eficiencia en la construcción se suma el reciclaje de materiales, con el fin de construir una vivienda con coste cero para el medio ambiente, y lograr así, gracias a la arquitectura, la protección del entorno.
Adiós al ladrillo
Las denominadas «earthships» son viviendas fabricadas a partir del reciclaje. Michael Reynolds vio en la basura una oportunidad de futuro y apostó por la autosufiencia en la arquitectura.
Tal y como describe John May en su libro «Casas hechas a mano y otros edificios tradicionales» (Blume), éstas son un tipo de construcción arquitectónica que «comparte elementos tanto populares como tecnológicos» y marca la senda hacia el futuro sostenible imperante en distintos sectores empresariales.
Reynolds lo considera «biotectura» porque pretende crear edificios en sintonía con la naturaleza. Los «earthships» son eficientes desde un punto de vista energético y tienen una escasa huella de carbono.
Neumáticos o simples botellas de vidrio y plástico han sustituido al ladrillo en este nuevo tipo de propuesta que ha tenido repercusión en países europeos, así como en Australia o Latinoamérica.
Un toque de color
De allí llega otro de los precursores de la arquitectura «verde», el argentino Emilio Ambasz, excomisario de la sección de Arquitectura del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) y autor de obras como la «Casa de Retiro Espiritual», a cuarenta kilómetros de Sevilla (España) o el Centro Internacional de Fukuoka (Japón).
En ellos, Ambasz consigue aunar la naturaleza y la edificación, proporcionando a sus construcciones de un toque verde gracias a la importancia que la vegetación adquiere en sus proyectos.
Ambasz señaló durante la exposición «Invenciones: arquitectura y diseño», que se pudo ver en el Museo Reina Sofía de Madrid en 2011, si actuamos contra la Naturaleza, se pagará «un coste muy alto».
Un gasto que ya tratan de sufragar algunas empresas con el análisis de la huella de carbono, que identifica el foco de emisión de gases de efecto invernadero en las construcciones, con el fin de solventar el problema o la instalación, por ejemplo, de placas fotovoltaicas, para aprovechar el avance tecnológico de las energías renovables.
Ecologismo humanitario
Por su parte, Nader Khalili, fallecido en 2008 y fundador del instituto «Earth Art and Arquitecture» (Carl-Earth), dedicado a la investigación y desarrollo de la arquitectura sostenible, encontró su inspiración en el método de las antiguas construcciones de superadobe del desierto.
A partir de ahí, Khalili creó un sistema basado en la consecución de hiladas de sacos rellenos de tierra estabilizada para optimizar su resistencia, y que dan origen a unas edificaciones peculiares, en la mayoría de los casos redondeadas, y con forma de iglú.
El arquitecto iraní-estadounidense empleó también sus esfuerzos en dirigir su avance hacia modelos sostenibles con fines humanitarios, por ello, Khalili llegó a ser asesor de la ONU y su método se empleó en 1995 en campamentos de desplazados en su país natal e Irak.
También desde Latinoamérica se fomentan propuestas de este tipo, como la que promovió hace ya siete años la boliviana Ingrid Vaca Diez, que con su proyecto «Casas de Botellas», que tiene como finalidad ofrecer un lugar donde vivir a los más necesitados, utilizando desde desechos orgánicos hasta botellas de vidrio para dar vida a nuevos hogares «ecológicos».
En ese devenir también se encuentran propuestas como la Solar Decathlon Europe 2012, un concurso de arquitectura que propone soluciones energéticas para la rehabilitación de edificios y que une eficacia y sostenibilidad junto a la originalidad de propuestas frescas traídas de doce países europeos.
Sea como fuere, el futuro de la arquitectura se debate en términos de adecuación y simbiosis con las nuevas técnicas «verdes», que ayudan a encontrar el camino hacia un futuro más sostenible.