Hemos publicado 26 libros sobre la historia del teatro venezolano a lo largo de 20 años
Durante el último trimestre de 1992 recopilé el material periodístico y opiniones ajenas suficientes para el primer borrador de nuestro primer libro sobre la saga teatral criolla, centrada en Caracas. A mediados de marzo de 1993 fue la presentación formal de “Carlos Giménez/Tiempo y Espacio”, durante un espectáculo del grupo Rajatabla en la sala Anna Julia Rojas. Y es ahora, 20 años después, cuando alisto el “bautizo” de mi vigésima sexta publicación : “Teatro 2012/Apuntes para su historia en Venezuela” , para las primeras semanas de noviembre.
Carlos Giménez
“Carlos Giménez / Tiempo y Espacio”, impreso por Vadell Hermanos Editores, compila información sustentada sobre tan importante hombre de teatro venezolano, nacido en Rosario, Argentina, el 13 de abril de 1946. Fundador del grupo Rajatabla y del Festival Internacional de Teatro; además del Taller Nacional de Teatro, Teatro Nacional Juvenil de Venezuela, Centro de Directores para el Nuevo Teatro, Asitej, el Iudet y Rajatabla Danza, y lo que se quedó en el papel para ser aprobado. Tiene en su haber más de 60 montajes en Venezuela y en el extranjero.
Lo conocí cuando él era un enamorado feliz, un indocumentado ciudadano argentino y además un desconocido artista, en la redacción del diario “La verdad”, a mayo de 1970. Nos correspondió reseñar toda su carrera profesional en esta Tierra de Gracia, a la cual escogió para trabajar hasta su muerte, aquel 28 de marzo de 1993.
Carlos Giménez se fue sin decir nada, despacio, callado. Nos dejó solos, con algunas herramientas, con el dolor de la ausencia y del silencio. Algunos de sus proyectos no llegaron a ver la luz, otros se mantienen a golpes y contragolpes y los menos siguen en pie. Un hombre polémico al que todavía le pretenden cobrar por la factura de su inteligencia… para muchos su ausencia es irreparable, pero para otros se produjo “un aire”.
Un aire ¿para qué? Muchas veces me he preguntado, ¿donde están los detractores que tanto intentaron fastidiar su trabajo? ¿Qué han hecho luego? ¿Su obra creadora donde está? Porque el teatro venezolano auténticamente creativo desde 1993 hasta la fecha ha ido en caída vertiginosa hacia la desaparición y en el mejor de los casos, hacia la involución, como nos lo recuerda el actor Aníbal Grunn.
Hasta 2012
Fue, pues, con ese texto periodístico sobre el periplo de Carlos Giménez que nos adentramos en la edición de otros 25 textos sobre la vida y obra de los teatreros y , por si fuera poco, las reseñas de la mayoría de los espectáculos escenificados desde 1992, en Caracas y algunas ciudades venezolanas.
En el prólogo, o Introito del libro “Teatro 2012/Apuntes para su historia en Venezuela”, afirmamos, como consecuencia de nuestra experiencia, que el teatro venezolano no es complaciente, ni frívolo, ni tampoco tarifado, ni servil; prefiere comerse las migajas del banquete antes que deshonrarse.
El teatro venezolano ha sido, es y será revolucionario. Sus artistas, los dramaturgos y su oceánico público así lo han demostrado a lo largo de 412 años, aunque en ocasiones surgen detractores y enemigos encubiertos que tratan de asfixiarlo, de quitarle espacios, de desviarle los recursos del Tesoro Nacional que le pertenecen por ser una crítica manifestación cultural, y hasta han pretendido matar por hambre a sus hacedores. El teatro siempre ha estado en la acera del frente pero sin poner en tela de juicio su amor patrio.
Hasta ahora nadie ha podido hacerlo claudicar ni desaparecer de los escenarios y el boom del mal llamado teatro comercial es muestra de como sus creadores si pueden sobrevivir gracias a la imaginación pero sin claudicar en su filosofía de denuncia contra las injusticias, contra los desatinos de los gobiernos y siempre en contra de las exclusiones. La comedia aparentemente sosa o banal tiene un veneno dirigido contra el poder, porque el teatro es arma revolucionaria y por eso le temen o pretenden ignorarlos los llamados “poderosos”.
En medio de ese sórdido panorama de incertidumbres y contradicciones para la sobrevivencia del arte escénico, a finales del año 2011, en Fundarte, la mano cultural de la Alcaldía de Caracas y el Gobierno del Distrito Capital, planificó y materializó una muestra del teatro contemporáneo, ese que estaba en la cartelera o en las despensas de los teatreros, y fue así que se puso en marcha, del 11 al 25 de noviembre, el Festival de Teatro Caracas 2011 (FTC 2011) con la intervención de 80 agrupaciones y sus 600 actores para realizar más de 160 funciones en 13 salas, ocho espacios públicos recuperados y 30 espacios comunitarios.
Esas salas no cerraron durante el 2012 y han servido para que las nuevas generaciones y algunas veteranas se exhiban ante la comunidad, gratis o con una módica entrada. Ha sido el pan de los ciudadanos y la alegría para sus artistas, al tiempo que el teatro comercial le roba fuego al cielo para incendiar sus escenarios y convencer a sus clientes, quienes tienen que pagar sin chistar por lo que les ofrecen.
En este 2012 se intensificó la presencia de la generación del relevo, formada en Unearte y en los talleres de Rajatabla, entre otros, con lo cual las artes escénicas siguen vigorosas. Y para cerrar esta visión a vuelo de pájaro de lo ocurrido, no podemos ignorar la reaparición del Festival Internacional de Teatro de Caracas, con otro formato.
Llega el 2013 y el teatro por supuesto no desaparecerá.
Hasta ahora 26
Nuestra producción editorial cuenta con títulos, además de “Carlos Giménez, Tiempo y Espacio”, como “Sida, homosexualidad y otros teatros”, “El arte del Sida”, “Rodolfo Santana como es”, “¡Bravo! Primera Década de la Compañía de Teatro” y “Carlos Giménez/Antes y después”. Además de la serie «Apuntes para su historia en Venezuela» que va -en sendos libros, año a año-desde 1993 hasta 2012, inclusive
EL ESPECTADOR
Edgard Antonio Moreno Uribe