Venezuela afronta en octubre varios vencimientos de deuda soberana por valor de 5.300 millones de dólares sin dudas sobre su pago pero con interrogantes sin resolver sobre su economía tras los últimos cambios en el Gobierno y la falta de medidas económicas reclamadas por los privados.
Con unas reservas internacionales rozando los 21.000 millones de dólares y una economía que ingresa la mayoría de sus divisas de los alrededor de 2,5 millones de barriles diarios que exporta, el Gobierno afronta el pago de los próximos vencimientos en medio de especulaciones de los mercados.
El presidente Nicolás Maduro aseguró que el país pagará «hasta el último dólar» de sus compromisos, y economistas consultados por Efe consideran que esos pagos no corren peligro.
«El Gobierno entiende que pagando (…) le genera mucha más rentabilidad en el sentido que los mercados internacionales no se le cierran», señaló a Efe el economista Luis Oliveros, profesor de la Universidad Metropolitana y la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Sin embargo, la nación suramericana arrastra una complicada situación económica con una inflación acumulada del 39% en lo que va de año, y de más del 60% interanual, y una economía con síntomas de deterioro y muy golpeada por la escasez y el desabastecimiento.
Para hacer frente a esta situación, que el Gobierno tilda de «guerra económica» y por la que responsabiliza a sectores opositores y empresariales, Maduro anunció una serie de cambios en su gabinete en el llamado «sacudón» a principios de mes.
Esos cambios supusieron, entre otras cosas, el relevo del vicepresidente económico, Rafael Ramírez, asociado con el ala más pragmática del Gobierno y que dejó la vicepresidencia económica para ser nombrado canciller.
La respuesta de los mercados fue pintar de rojo los bonos venezolanos y esta semana la agencia de calificación Standar & Poor’s bajó la calificación de la deuda venezolana de «B-» a «CCC+» (cuatro escalones por encima de la «D» de incumplimiento) alegando un «deterioro económico» del país.
«El mercado la tomó muy mal. Ramírez había hablado de un conjunto de medidas que iba a tomar (…) que al mercado le gustaron, pero pareciera que el Gobierno estaba muy lejos de tomarlas», indicó en este sentido Oliveros.
Ramírez manifestó públicamente su disposición a modificar el sistema de control de cambio de divisas venezolano, un corsé que mantiene la actividad privada sujeta a la entrega de divisas por parte del Estado y que ha metido la actividad comercial en un galimatías crónico.
En este momento hay tres tipos de cambio de forma que un mismo dólar puede costar 6,3, 10 o 50 bolívares en función del destino para el que sea solicitado, algo que Ramírez reconoció públicamente que había que cambiar para hacerlo converger en un solo valor.
Según la principal patronal, Fedecámaras, los incumplimientos en la entrega de divisas al sector privado por parte del Ejecutivo han generado una deuda de más de 9.000 millones de dólares.
Para el economista José Guerra, exmiembro del directorio del Banco Central y profesor de la UCV, el Gobierno pagará los vencimientos de deuda para evitar el impago financiero pero, en su opinión, eso no evita que el país viva un «default comercial».
«Comercial por una razón sencilla: no le pagamos (a los empresarios) las importaciones que hicieron», dijo a EFE.