Es difícil atribuir los éxitos de los Nacionales a una sola cosa.
Entre un pitcheo que tiene la mejor efectividad colectiva en Grandes Ligas con 3.03 (incluyendo 3.07 de sus abridores, la mejor también de G.L.0 y una ofensiva que ha producido 271 carreras en la segunda mitad de la temporada, son muchos los factores positivos que han contribuido a que el club haya alcanzado las 90 victorias desde que la franquicia se trasladó de Montreal a Washington en el 2005.
«No jugamos tan mal en la primera mitad, pero sabíamos que no jugamos a la par con nuestro potencial», dijo el jardinero de los Nacionales, Denard Span. «Creo que como equipo, todo el mundo ha puesto de su parte en la segunda mitad. No hay un solo muchacho que esté cargando con todo. Como equipo, nos hemos unido».
Desde las fiestas después de las victorias -luego de cada triunfo, los Nacionales pusieron luces especiales y una máquina de neblina para convertir su clubhouse en más de un camerino- hasta el póker que se juega antes de los partidos, es obvio que los jugadores de Washington se han unido fuera del terreno también.
Dicha camaradería es parte del motivo por el que alcanzar las 90 victorias no parecía tan improbable para el abridor Tanner Roark.
«Mantenemos las cosas sueltas, divertidas», dijo Roark, quien lleva 14 victorias en el 2014. «Siempre nos estamos riendo, jugando como lo hacíamos cuando teníamos 10 años. Encajamos perfectamente y eso nos ayudó a ganar el Este de la Liga Nacional».
Para la pausa del Juego de Estrellas, los Nacionales tenían marca de 51-42 y estaban empatados con los Bravos en la cima de la división. Cayeron a un juego del primer lugar el primer día después de la pausa y perdieron a Ryan Zimmerman en esa misma semana- lo cual los obligó a jugar con un roster incompleto una vez más.
María Torres
mlb.com