Aunque todo esto es cierto, no es correcto afirmar que estamos en el extremo de una guerra bacteriológica. En las circunstancias por las que atraviesa Venezuela es más razonable pensar que se está en presencia del uso de la psicología de masas, que apela a las ya conocidas técnicas del rumor y de la distorsión
Es difícil imaginar que un venezolano, por más opositor que sea o descontento que esté, pueda ser capaz de traer al país encapsulados los virus o bacterias capaces de provocar una grave epidemia y diseminarlos en un hospital. Ha ocurrido en otros países y en otros contextos, por la acción de agencias externas. Pueden hacerse elucubraciones, pero no hay indicios de que esto haya ocurrido aquí. Sería demasiado.
Claro que hay pequeños grupos muy fanatizados que consideran que mientras ocurran más eventos perjudiciales para el país es mucho mejor, porque precipitarían la salida de Nicolás Maduro. En lo político, trabajan por un golpe militar de cualquier signo, sin tomar en consideración las conseuencias que esto traería. En lo económico, ya han atemorizado los mercados con la amenaza de un default, a pesar de lo negativo que resulta un descenso en la calificación del riesgo país, por el encarecimiento que representa para las inversiones en la faja del Orinoco, que son de interés nacional, más allá de la coyuntura. En lo internacional, cruzan los dedos para que Venezuela no tenga el reconocimiento que le corresponde, con cualquier gobierno, y mueven los hilos, por ejemplo, para que no ingrese al Consejo de Seguridad. De manera equivocada, se ha llegado incluso a denigrar de la idiosincracia del venezolano,
Aunque todo esto es cierto, no es correcto afirmar que estamos en el extremo de una guerra bacteriológica. En las circunstancias por las que atraviesa Venezuela es más razonable pensar que se está en presencia del uso de la psicología de masas, que apela a las ya conocidas técnicas del rumor y de la distorsión. Pero ojo, los rumores sólo pueden ser manejados con respuestas rápidas y precisas. Y hay que recordar que en el caso del default de Ricardo Haussman sólo se escuchó una respuesta una semana después. Algo parecido ocurrió con los decesos del Hospital de Maracay. No ha habido información inmediata ni oportuna.
Por lo demás, no hay que olvidar que los rumores tienen su punto de partida en eventos que ocurren y no pueden que ser ignorados. La ineficiencia también estimula la neurosis social. Problemas que no se resuelven a tiempo, obstrucciones burocráticas, retardo en las decisiones, falta de explicaciones sobre medidas que se toman. Para tranquilizar hay que actuar en varios frentes.
Existen situaciones y hechos reales que deben ser atacados: el manejo errado de la macroeconomía; la escasez y la inflación; la inseguridad; la permisividad que hubo con la corrupción y el contrabando. Y no se pueden ocultar las grandes deficiencias de nuestro sistema de salud ni la falta de medicinas y reactivos. Es lo que se llama en la jerga militar “fuego amigo”, el que proviene de las propias filas. El peor enemigo.
Leopoldo Puchi