Los manifestantes prometieron permanecer en las calles hasta que Pekín revoque su decisión de restringir y controlar el número de candidatos a la próxima elección
La respuesta de Pekín a las manifestaciones prodemocráticas en Hong Kong demostrará hasta dónde está dispuesto a llegar para evitar que la fiebre democrática se extienda al continente.
Una respuesta enérgica amenazaría la reputación de esta ciudad como centro empresarial y financiero estable de primera categoría mundial. Pero por otro lado, Pekín teme que las protestas se extiendan más allá de este territorio y ataquen el sistema de partido único.
Muchos manifestantes han señalado su preocupación por el fortalecimiento del poder de Pekín esta ciudad de siete millones de habitantes, y afirman que las libertades de que goza la ex colonia británica están por ello amenazadas.
A pesar de los llamados de Estados Unidos a la moderación después de que la policía disparó gases lacrimógenos contra la multitud, China dijo que apoya “plenamente” a las autoridades hongkonesas en su forma de actuar frente a las manifestaciones.
Los manifestantes prometieron permanecer en las calles hasta que Pekín revoque su decisión de restringir y controlar el número de candidatos a la próxima elección del jefe del Ejecutivo de Hongkong, prevista en 2017.
Los manifestantes reclaman un sufragio universal pleno, que permita votar a candidatos no necesariamente aprobados por Pekín.
Muy pocos de ellos esperan concesiones por parte del poder central, lo cual suscita dudas sobre los próximos pasos del movimiento y de los gobernantes chinos.
El líder de Hong Kong, Leung Chung-ying, pidió el martes el fin inmediato de la movilización, y advirtió de que no cederá en lo que respecta a las elecciones.
Los analistas señalan que cualquier intento de dispersar a las manifestaciones por la fuerza podría conducir a una escalada que perjudicaría considerablemente la imagen de Hong Kong como un centro financiero seguro en Asia.
AFP