La caída de los precios del petróleo tiene un doble efecto en nuestro país: reducen los ingresos fiscales y las disponibilidades en divisas, no así cuando se reduce el ingreso fiscal proveniente de los impuestos a las personas naturales y jurídicas
El entorno económico internacional luce desfavorable. Los precios mundiales del petróleo registran una preocupante tendencia a la baja. Alemania, la mayor economía de Europa, experimentó en agosto el mayor desplome de sus exportaciones desde el clímax de la crisis financiera. China da señales de reducción de la velocidad de su crecimiento.
El escenario antes descrito puede salpicarnos negativamente, aunque pueda ubicarse en una etapa embrionaria. Ya el Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticina reducción de las proyecciones de crecimiento para algunos países que impulsan las exportaciones de países monoproductores de materias primas, Venezuela incluida, y decrecimiento para algunas naciones.
La lógica en estos casos es parecida a la de los sismos: no se pueden predecir con exactitud cuando se van a producir, pero es posible minimizar las consecuencias (en caso de que ocurra) mediante medidas antisísmicas, que reduzcan daños materiales y más importante aún, pérdidas de vidas humanas.
Algo así como esperar lo mejor, pero estar preparado para lo peor. En el campo de la teoría económica se crearon las medidas anti-cíclicas, basadas en comportamientos históricos que se repiten cada cierto tiempo, caracterizados básicamente por un período de bonanza económica y otro período de depresión económica.
Todos sabemos que en Venezuela una caída de los precios del petróleo es traumática, por sus consecuencias en la disminución del ingreso de la nación por este concepto, que financia más o menos la mitad del gasto público.
¿Éramos muchos y parió la abuela?. Todavía no lo podemos decir, pero el riesgo existe, se asoma, amenaza. La gran pregunta, haciendo un ejercicio de prospectiva: ¿Tenemos medidas antisísmicas o anti-cíclicas en Venezuela para enfrentar una eventual disminución de los precios del petróleo? ¿Cómo está nuestra cuenta de ahorros en dólares en caso de entrar en período de vacas flacas?
No parece que tengamos un buen colchón para amortiguar un escenario como el descrito anteriormente. De allí, que de forma reiterada, no deje de recordar que estas vulnerabilidades de la economía venezolana podrían reducirse significativamente no solo con propuestas como fondos de estabilización macroeconómicas, si no con un tejido industrial que nos haga menos dependiente de las importaciones, y por añadidura del dólar, moneda que se utiliza para importar.
Porque la caída de los precios del petróleo tiene un doble efecto en nuestro país: reducen los ingresos fiscales y las disponibilidades en divisas, no así cuando se reduce el ingreso fiscal proveniente de los impuestos a las personas naturales y jurídicas. En este último caso es menos traumático.
El Gobierno Bolivariano debe incluir esta nueva variable (la posible reducción de los precios del petróleo) como un elemento que active las alarmas para apurar el paso en el relanzamiento de la industria nacional.
Miguel Pérez Abad