El vuelo de zamuros y el olfato de un perro criollo guiaron a Álvaro Ganoa Durán hasta una zona boscosa en un terreno del sector rural Las Magnolias, en la ciudad de El Tigre, donde encontró partes de una osamenta. Cerca del lugar, habían unas viviendas abandonadas.
El mal presentimiento del campesino procedente del estado Táchira se acrecentó. Llegó a la zona sur de Anzoátegui para buscar a su hijo Álvaro Alfonso Ganoa Ibarra, desaparecido desde hace una semana.
La angustia se hizo más fuerte cuando el afanado padre y la esposa de su muchacho, quien se sumó a la búsqueda de su marido, localizaron con ayuda de la mascota de Álvaro Alfonso, una camisa, un par de botas y una gorra alrededor. Eran las mismas prendas que cargaba puestas Álvaro Alfonzo el 18 de octubre, día en que no supieron más de él.
Al sitio del hallazgo se trasladó una comisión del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) subdelegación El Tigre, quienes levantaron los restos.
Una fuente ligada a la investigación señaló que el cuerpo fue devorado por aves de rapiñas y que entre los huesos estaba el cráneo, el cual presenta una fractura lo que hace presumir que la víctima fue asesinada de un fuerte golpe en la cabeza.
Hasta tanto los detectives confirmen que los restos encontrados pertenecen a Ganoa Ibarra, no pueden oficializar su muerte. Enviaron los restos humanos a Antropología Forense en Barcelona, para el análisis de los mismos.
Vía El Tiempo