Toda ciudad tiene su símbolo. Algunos están relacionados con la identidad del lugar; otros, con el quehacer de sus ciudadanos; unos están determinados por alguna construcción impresionante o por un ícono histórico que haya marcado a su población. Guarenas y Guatire deben rescatar sus símbolos y así afianzar el cariño de sus habitantes por sus localidades. El trapiche del parque del Trapichito en Guarenas y la Cruz de Mayo en Guatire son dos buenas opciones.
En Maracaibo está el puente sobre el lago, que le ilumina los ojos a los marabinos cuando hablan de él; en Mérida está el pico Bolívar, majestuoso con sus cimas nevadas; en Caracas el imponente Ávila da los buenos días con su cruz que se enciende en diciembre; también tenemos a la Virgen de La Paz en Trujillo que bendice a todos los que la visitan y así puedo seguir mencionando diversos símbolos de los que podemos enorgullecernos todos los venezolanos.
Cada vez que recorro las comunidades, que hago un casa por casa o unos vecinos me invitan a tomar café escucho atentamente sus principales preocupaciones: Que la inseguridad los tiene hartos, el mal estado en el que están las vías y lo difícil que resulta salir a encontrar un empleo. Si a eso le sumamos el alto costo de la vida, la precariedad de los hospitales y la intermitencia de los servicios básicos, como luz y agua, nos encontramos ante una situación difícil. Pero, a pesar de todo esto, debemos reencontrarnos, sonreír y entender que somos muy afortunados de vivir aquí.
En Guarenas, desde tiempos lejanos, los trapiches han marcado el trabajo que se ha realizado: moler la caña. Es por esto que podemos ver varios en diferentes puntos del municipio, todos grandes, con sus molinos de madera recuerdan lo trabajador que es el guarenero. Por su parte, La Cruz de Mayo, la patrona de Guatire, es muestra de las tradiciones que tenemos, el compromiso por preservar lo que es nuestro y transmitírselo a las generaciones futuras.
Ahora bien, es importante que los gobiernos municipales trabajen por mantener en buen estado nuestros símbolos que, al final, son las marcas que nos identifican como ciudadanos. Deben esforzarse por no sólo mantenerlos, sino también crear nuevos espacios. Nos hacen falta lugares en donde podamos convivir en armonía. En los espacios públicos nos hallamos como humanos, como iguales: el abogado, el albañil, el ama de casa, el motorizado y el doctor nos reencontramos como hermanos venezolanos.
Alejandro Mejía
@AlejandroMejia