Los comerciantes del terminal de Ciudad Losada denunciaron que las fachadas de sus negocios, ubicados cerca de la oficinal oficial, han sido deterioradas por los bachilleres que acuden a comprar boletos preferenciales
Control por parte de Fontur y vigilancia policial en las oficinas de venta del boleto estudiantil, ubicadas en el terminal de Ciudad Losada de Santa Teresa del Tuy en el municipio Independencia, están solicitando los comerciantes de la zona.
Las largas colas que estudiantes y sus representantes hacen, perturban la operatividad de los establecimientos cercanos, mientras que obstruyen el paso peatonal de las personas que acuden el recinto a adquirir algún producto o se dirigen a los andenes del terminal local, dijo la afectada Carmen Díaz, quien además recalcó que si un comerciante pide el desalojo del frente de su establecimiento es insultado.
Paredes deterioradas
Asimismo expusieron que, debido a la cercanía de sus negocios con las oficinas de expendio de boletos estudiantiles, las fachadas de sus locales han sido deterioradas.
Detallaron que las paredes están sucias, rayadas y además han sido blanco de grafitis.
“Mientras los estudiantes esperan su turno para comprar los boletos, montan los pies con los zapatos en las paredes, las cuales además dañan con bolígrafos, lápices o marcadores”, dijeron los afectados.
Los comerciantes del mercado solicitan a Fontur gestionar una solución al problema planteado. “No tenemos nada en contra de los estudiantes, pero sí nos desagrada la actitud cuando acuden a esta dependencia a adquirir sus boletos”, añadieron.
Asimismo solicitan al alcalde de Santa Teresa del Tuy, Carlos Rodríguez, designar una comisión de funcionarios policiales de manera permanente que garantice el orden y la cordura en el lugar.
Vociferan obscenidades
Las peleas de estudiantes o las discusiones entre los representantes de éstos, son frecuentes en las afueras de la oficina de Fontur de Santa Teresa del Tuy, según dijeron algunos comerciantes, quienes están alarmados por el grado de violencia que se ha presentado en los últimos meses. “En oportunidades se congregan unas 300 personas y cuando no son atendidas ocurren alborotos y se dicen obscenidades entre ellos”, añadieron.
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