El primer asesinato de Theresa Knorr fue realizado cuando apenas tenía 18 años: descargó un rifle contra su esposo, quien quería abandonarla
Theresa Knorr nació en la ciudad de Sacramento, California en Estados Unidos, el 12 de marzo de 1946, siendo la más joven de la familia y muy devota de su madre, por lo que, cuando su progenitora falleció, en 1961, la joven se sumió en una gran depresión.
A la edad de 16 años se casó con Clifford Clyde Sanders con quien tuvo un hijo al que se le dio por nombre Howard. Las peleas constantes en la pareja hicieron que se deteriorara la relación de tal manera que Clifford estaba por abandonarla, pero antes de que esto sucediera, Theresa Knorr descargó un rifle contra él.
Ella tenía 18 años y estaba embarazada de un segundo varón, William. Posteriormente se casaría dos veces más y de ambos matrimonios nacerían Susan, Sheila, Robert y Theresa, conocida como Terry, la menor de la familia Knorr.
Una mente desquiciada
Entre las torturas aplicadas por Theresa estaba la de castigar a los niños sentándolos en el piso de la cocina sin moverse y si acaso movían siquiera los ojos eran disciplinados con golpes y bofetadas. Las palizas eran constantes, los encierros y hasta la brutalidad de lanzarles cuchillos de cocina formaba parte de las actividades de Theresa, algunas veces los sobrealimentaba hasta hacerlos colapsar. Un día su furia le llevó a levantar a Terry de un brazo y ponerle una pistola calibre .22 en la cabeza a manera de amenaza.
Quemó viva a su hija
Theresa abusaba del alcohol y solía pasar el tiempo descargando su coraje y frustración ante la vida con sus hijos y a medida que aumentaba su consumo de licor se incrementaban las brutalidades en la familia. Theresa comenzó a engordar desmedidamente a causa de su estilo de vida y culpó de esto a Susan, argumentando que ésta estaba poseída por el Diablo y le lanzaba hechizos para hacerla engordar.
Como castigo, Theresa cocinaba grandes ollas de pasta con queso y obligaba a su hija a comerlas para que engordara como ella. El ritual consistía en sentarla en el piso de la cocina, poner la olla ardiente sobre las piernas desnudas de Susan para quemarle y supervisar que terminara con la olla entera.
Un día Susan escapó de casa y denunció a su madre ante la policía local confesando toda la clase de actos inhumanos que su madre le hacía a ella y a sus hermanos, pero la madre alegó que eran mentiras, que su hija tenía problemas mentales y necesitaba de ayuda psiquiátrica. Las autoridades dieron veracidad a sus palabras y devolvieron a Susan al poder materno.
El primer castigo que recibió Susan por su fallido intento de escape fue una paliza propinada por su madre y hermanos. Un tumor ovárico y múltiples hemorragias internas, descubiertas post-mortem, aparecieron en el cuerpo de Susan consecuencia de esta golpiza. La segunda etapa del castigo consistió en mantenerla esposada a su cama privada de libertad.
En el colmo de la insanidad mental, Theresa, convencida de que Susan le estaba lanzando hechizos demoniacos para hacerla ganar peso, terminó por dispararle en el pecho. La chica sobrevivió y tiempo después su madre le clavó unas tijeras por la espalda, pero el calvario continúa pues Susan sigue con vida.
Cansada de los abusos, pidió permiso para mudarse de casa y sorprendentemente su madre estuvo de acuerdo, pero antes la bala que había quedado alojada en su espalda debía ser removida. Theresa se encargó de la extracción que generó una fuerte infección en la chica. La solución encontrada por su madre: quemarla viva.
Mató de hambre
a otra de sus hijas
El destino de Sheila no es mucho más alentador que el de su hermana, pues su madre la obligó a prostituirse. Theresa sospechaba que Sheila estaba embarazada y la acusó de tener una enfermedad venérea, por lo que la golpeó y la encerró. La chica murió de hambre.
Theresa llevó el cuerpo a las montañas y lo abandonó. Temerosa de que en el closet quedaran evidencias que la relacionaran con la muerte de Sheila, Theresa prendió fuego a su propia casa, sin embargo, los bomberos descubrieron que el siniestro fue deliberado. A partir de este momento, la familia se separaría.
Fin del horror
El destino de Howard, el mayor de los hijos con 26 años para la fecha es desconocido. William se mudó con su novia teniendo 24 años y Terry, a pesar de tener 16 años, utilizó la identificación de su hermana Sheila para pasar como mayor de edad y conseguirse otra vida. Robert de 19 años, permaneció con su madre, pero desesperado por la falta de dinero robó un bar y asesinó al dueño del mismo por lo que más tarde sería encarcelado y condenado a 16 años de prisión por asesinato en primer grado.
Después de nueve años, a partir de la muerte de Sheila, Terry, entonces casada, fue finalmente a la policía a confesar toda la historia Knorr y acusar a su madre de las muertes de sus hermanas. Gracias a esta declaración, Theresa fue atrapada y condenada a la pena de muerte al declararse inocente de los cargos.
Posteriormente, se declararía culpable de todos los cargos a cambio de su vida y sería condenada a dos cadenas perpetuas. La sentencia de Robert fue reducida tras acceder a testificar en contra de su madre. William fue puesto en libertad bajo palabra por su participación en las muertes de sus hermanas y obligado a tomar terapia psiquiátrica.
Theresa podría ser elegida para libertad bajo palabra en el 2027, tiempo en el que tendría, si sobrevive, 80 años.
Madre desnaturalizada
Theresa Knorr sometió a sus hijos a múltiples torturas, especialmente a las dos hembras, por quienes parecía sentir un gran desprecio y a quienes terminó propinándoles muertes lentas y dolorosas. A una de ellas, la quemó viva y a la otra la dejó morir de hambre encerrada en un cuarto
Edda Pujadas
Twitter: @epujadas