La Palabra de Dios
El Salmo 34, versículos 4 al 10, dice lo siguiente: “Busqué a Jehová y Él me respondió, me libró de todos mis temores. Radiantes están los que a Él acuden, jamás su rostro se cubre de vergüenza. Este pobre clamó y le oyó Jehová y lo libró de todas sus angustias. El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende. Gustad y ved que es bueno Jehová, dichoso el hombre que confía en Él. Temed a Jehová, ustedes sus santos, pues nada les falta a quienes le temen”.
Cuando nosotros confiamos en Dios, debemos esperar de él lo mejor. Estar convencidos de que nunca nos va a abandonar sea cual sea las circunstancias que estemos confrontando.
En Dios tenemos un Padre amoroso y protector, un ser Todopoderoso, un Salvador, un amigo.
En el libro 2 de Samuel, capítulo 22, versículos 2 al 4, David dice: “Jehová es mi roca, mi amparo, mi libertador, es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo protector y mi salvador. Tú me salvaste de la violencia. Invoco a Jehová que es digno de alabanza y quedo a salvo de mis enemigos”.
David era lo suficientemente valiente para enfrentar a Saúl y ganarle, además contaba con un gran grupo de guerreros que le seguía a todas partes y le obedecía, pero él dejó todo en manos del Señor, confió plenamente en su protección.
Cuando nosotros dejamos en las manos de Dios todas nuestras necesidades, problemas o situaciones difíciles, aún la toma de decisiones importantes para nuestra vida, podemos estar seguros que tendremos de Él la mejor respuesta, ya que no permitirá que fracasemos o que nuestros enemigos nos derroten.
El cristianismo no es una religión sino un estilo de vida con Jesucristo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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