La madurez de cada individuo o familia sabrá sopesar estos gastos, poner en una balanza si adquiere el último grito de la moda de los televisores curvos de Samsung o una póliza de HCM: comprar un smartphone o reparar una filtración de la vivienda; renovar la póliza del carro o irnos a Margarita en las vacaciones de diciembre
Quizás uno de los ejercicios más difíciles para un ser humano o una familia es establecer prioridades en el presupuesto personal o familiar. Normalmente queremos hacer o comprar más cosas de las que nuestro bolsillo nos permite. Entonces, entran a competir los gastos estrictamente necesarios con los que -a pesar de no ser indispensables- nos proporcionan satisfacciones en el ámbito del goce, disfrute e incluso las vanidades típicas de una sociedad de consumo capitalista.
La madurez de cada individuo o familia sabrá sopesar estos gastos, poner en una balanza si adquiere el último grito de la moda de los televisores curvos de Samsung o una póliza de HCM: comprar un smartphone o reparar una filtración de la vivienda; renovar la póliza del carro o irnos a Margarita en las vacaciones de diciembre.
Lo ideal sería poder hacer ambas cosas, pero lo más seguro es que el 90 por ciento de los venezolanos no pueda hacerlo, tiene que optar por priorizar o errar. En un nivel racional, estoy seguro que cualquiera se adelanta y sentencia irrefutablemente: claro que escogería comprar una póliza de seguros que comprar un LED de última generación, pero si somos sinceros, sabemos que el nivel emocional termina imponiéndose en muchas decisiones de compra e inversión.
No obstante, las decisiones que se tomen en el ámbito individual o familiar, afectan o, al individuo o la familia. En el caso del presupuesto de una nación, las decisiones en materia de priorización presupuestaria tienen efectos en toda o casi toda la población que conforma un país.
Dicho esto, el Estado y por añadidura el administrador del Estado (Gobierno) debe diseñar presupuestos con un criterio mayormente racional, sin titubeo, porque los presupuestos públicos también son limitados, no son infinitos, siempre existen mayores demandas que la disponibilidad económica. Esto no quiere decir que deban incluirse dentro del gasto público actividades de goce, disfrute, recreación, etc. Pero, insisto, la prioridad debe ir hacia la inversión en hospitales, escuelas, carreteras, sector eléctrico, puertos, aeropuertos y seguridad ciudadana.
¿Cuál es el contexto de esta reflexión?: la asignación de divisas preferenciales a marcas de zapatos, ciertos electrodomésticos, equipos de telefonía celular y hasta muñecas Barbie, en un país donde sectores prioritarios acusan un déficit en la cantidad de divisas oficiales que requieren para satisfacer las necesidades plenas de los mercados que suplen.
Dejo de colofón el sumario de una reseña periodística confirmada: “Tal y como lo anunció la línea terrestre desde la terminal de Ciudad Bolívar la semana pasada, desde el 1 de diciembre Aeroexpresos Ejecutivos reduce su oferta en el servicio. Por cuatro meses dejará de funcionar en Ciudad Guayana. La falta de repuestos y la salida de operaciones de autobuses como consecuencia han llevado a las compañías de transporte interurbano a replantear su presencia en el mercado”.
Miguel Pérez Abad