Carolina Jaimes Branger
¿Qué hay detrás de la decisión en primera discusión por la Asamblea Nacional de disolver el IVIC?
El nuevo y revolucionario IVECIT se encargará de que la ciencia “no esté encerrada en laboratorios”… Esta primera línea ya es desconcertante, para decir lo menos. Pero el desconcierto sigue: “… se permitirá que el pueblo y las comunidades construyan permanentemente elementos tecnológicos para la transformación del país. Con esta nueva Ley se democratizará toda la ciencia que se produzca, es la ciencia al servicio del pueblo, la liberación y soberanía de la patria”.
La democratización de la ciencia, creo yo, tiene que ser que la ciencia llegue a todo el pueblo. No que el pueblo se meta en los institutos científicos sin tener la preparación para entender y manejar lo que allí se investiga. Pero un resentido no entiende esto. Un resentido no entiende nada. A un resentido lo mueve el odio hacia lo que resiente y más nada. Y no me queda duda de que tiene que haber una “mano peluda” que odie al IVIC (y a toda Venezuela) detrás de esto. Los saberes ancestrales son legítimos, pero hay que validarlos mediante métodos científicos. Solo pensemos en que el Ébola se ha propagado por la precariedad del conocimiento médico y científico de quienes lo han manejado en el África. Con brujería no se controla el Ébola ni ninguna otra epidemia. ¿Volveremos a la época de las pociones mágicas, de invocación de espíritus, hechizos y encantamientos?
Yo quisiera saber qué revolucionario rojo de alta jerarquía -en el momento de una enfermedad suya o de algún familiar- se va a poner en mano “del pueblo y las comunidades”. No, señor. Ni siquiera les pasa por la cabeza que existen hospitales públicos, mucho menos CDIs. Se van a las mejores clínicas privadas del país y ahora, debido a la escasez de medicamentos, se montan en aviones de PDVSA y se van para el exterior.
Tenemos que encender todas nuestras alarmas y apoyar a nuestros científicos: el proyecto de ley busca la destrucción del IVIC, una institución de 55 años dedicada a la investigación y divulgación del conocimiento científico. El Intevep fue hijo del IVIC. También Quimbiotec, la planta de procesamiento de derivados sanguíneos. El alarmante y destructivo proyecto de ley, que pretende convertirlo en una institución totalmente distinta, fue absolutamente inconsulto y desconocido -incluyendo para sus autoridades- quienes emitieron un comunicado manifestando y lamentando este hecho. ¡Tremenda democracia “participativa”! Les están “participando” a los investigadores que van a acabar con la tacita de plata de la investigación en Venezuela.
El funesto proyecto elimina todas las cadenas de investigación sin crear metas claras. Se eliminan todos los equipos de investigación. Se suprimen los beneficios laborales. No hay cláusulas sobre cómo puede separarse de un cargo el personal científico, lo que causaría una terrible inestabilidad laboral y un nuevo éxodo de personal calificado. No importan las miles de publicaciones científicas que se han producido ni la formación de recursos de alto nivel.
¿Sabrán los revolucionarios que, por poner un solo ejemplo, todas nuestras harinas precocidas están fortificadas por investigaciones realizadas en el IVIC? El IVIC, de esta manera, llega a la mesa de todos los venezolanos todos los días. Ya ha habido manifestaciones muy gratificadoras para los investigadores. Como me dijo la Dra. Flor Pujol, Presidente de la Asociación de Investigadores del IVIC, “Venezuela conoce más al IVIC que sus gobernantes”. La realidad es que Venezuela conoce todo mejor que sus gobernantes.
Estamos a tiempo de que esto se revierta. Pero tenemos que unir y elevar nuestras voces de protesta. Un país sin investigación no es del tercer mundo… es del décimo mundo. Ya decirnos tercermundistas es un piropo. ¿Es eso lo que queremos para nuestros hijos, nietos y generaciones venideras? ¿Quién se atreve a decir que sí?