Una cúpula opositora fragmentada, totalmente divida, hoy define su eje en torno a ser MUD o no MUD, y los MUD a su vez se dividen claramente en tres toletes: 1. Acción Democrática y Primero Justicia, en un frente llamado «pacto del huevo frito», 2. El otro sector es el de «la salida» con Voluntad Popular y Vente (sector financiado en dólares), 3. Y ahora se incorpora una nueva reconfiguración o tercer actor Mudista: Un Nuevo Tiempo Progresista, la unión del partido zuliano UNT del excandidato presidencial Rosales, y la organización política de Henry Falcón, también con una clara expresión regional.
Por otra parte, los «no MUD» se rearticulan en torno al MAS, como expresión partidista más organizada, pero que incorpora a algunas nuevas organizaciones de oposición que aún no han sido reconocidos como partidos por el CNE, aunque están en trámite, y que son un tipo de expresión del claro descontento contra la cúpula de la MUD.
La realidad hoy en la oposición, es que no sólo no tiene un proyecto que los una, es que ni siquiera han podido construir liderazgos que justifiquen a la base opositora, creer o tener esperanzas. Hoy lo único que mantiene unida a la oposición, en términos electorales, es el objetivo de captar el voto castigo como consecuencia de la gestión del Presidente Maduro, que hoy en las encuestas y estudios de opinión pública se podría anticipar.
Hoy el principal líder de oposición (Leopoldo López) lo es porque está preso y no puede dar declaraciones públicas, mientras el eterno candidato presidencial (Henrique Capriles) pierde credibilidad, no le dice nada importante al país e incluso plagia argumentos para construir un discurso muy débil, y la otra figura pública con afán protagónico (Maria Corina Machado) no comprende que no tiene carisma y que su lenguaje violento y su gesticulación agresiva genera rechazo en la mayoría de la población venezolana. De manera accesoria está Antonio Ledezma, que quiere pero no puede, y un Henry Falcón, con un liderazgo muy local, pero con clara ambición presidencial desde el momento que aspiró ser el vicepresidente del eterno candidato presidencial.
En el marco de toda esta distorsión, un segmento importante de la oposición venezolana, no antichavista e incluso de izquierda, no sólo empieza a añorar la presencia de Chávez, sino que empieza a buscar opciones distintas a las cúpulas de la oposición, que hoy ostentan tanto poder como la cúpula de gobierno.
En este escenario, la ruptura de la polarización cupulera es posible, pero sólo si se comprende que es desde el legado de Chávez, que el pueblo estaría dispuesto a abrir un nuevo espacio para no perder la esperanza. Queda en manos del CNE demostrar su verdadero talante democrático, aprobando nuevos partidos fuera de la polarización cupulera.
Nicmer Evans
Aporrea.org