Nota del editor: Samir Naji es un yemení acusado de servir en la escolta de Osama bin Laden y ha estado preso en Guantánamo por casi 13 años sin que se le imputen cargos. Se autorizó su liberación en 2009, pero sigue detenido. Los censores de la prisión acaban de publicar el siguiente testimonio, que se grabó durante su reunión más reciente con los abogados de Reprieve, una organización internacional de defensa de los derechos humanos.
BAHÍA DE GUANTÁNAMO, Cuba (CNN)— He escuchado que el reporte del Senado sobre la tortura por parte de la CIA tiene 6,000 páginas. Sin embargo, mi historia transcurre en otra parte: Guantánamo, lejos del programa de la CIA del que trata el reporte. Las 6,000 páginas del reporte del Senado son solo el principio de lo que se ha hecho en nombre de los estadounidenses y que tienen que aceptar.
Todo empieza y termina en el silencio de una celda diminuta y helada, en soledad.
En ese momento te acurrucas y luchas para ignorar la confusión de lo que acaba de ocurrirte, del temor de lo que podría seguir; o del temor que llega cuando te das cuenta de que nadie vendrá a ayudarte, que la vida, la familia y los amigos están muy, muy lejos.
La puerta de la celda se abre. Es la siguiente sesión, parece la centésima. Pienso en que mi primer periodo de interrogatorios duró tres meses completos. Dos equipos de interrogadores se turnaban día y noche.
Cada sesión inicia con gritos para despertarme. Luego me golpean en el rostro y en la espalda. Estoy tan desesperado por dormir que mi cabeza está nadando. Hay fotografías de rostros pegadas en todos los muros de esta habitación. Ellos exigen que identifique a los individuos, pero apenas puedo enfocar la vista para saber si los conozco. Gritan más fuerte y me insultan y luego hacen un ademán a un hombre que está en un rincón. Me inyecta una sustancia desconocida dos veces en el brazo. Es lo último que sé.CNN