Basta con pasar la mirada por nuestra historia de los últimos 60 años para observar la presencia de la CIA en los tantos golpes de Estado, asesinatos de líderes y militantes revolucionarios, torturas y desapariciones de luchadores sociales, etc., que se han venido sucediendo tanto en Nuestra América como en todos los Continentes
Con la diferencia de días, los venezolanos hemos sido testigos de una muestra palpable de lo que es la doble moral de la élite estadounidense: por un lado, las dos Cámaras Parlamentarias (Senado y Representantes) aprueban aplicar una sanción a funcionarios gubernamentales venezolanos, por estar incursos, según los yanquis, en violación de derechos humanos y, por otra parte, sale a la luz pública un copioso informe que pone en evidencia como su Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés), es una redomada organización violatoria de derechos humanos, en forma masiva y a nivel internacional. Qué cojones la de estos gringos.
En vez de dedicarse a considerar los alcances de un informe que retrata a su organización de inteligencia como una institución que, en aras de obtener la información que requiere, es capaz de apelar a los más deleznables métodos de torturas y de irrespeto a la dignidad humana, prevalida en la idea en que todo se vale en la lucha contra el terrorismo; más bien, proceden, tanto el Congreso como el gobierno de Obama, con liviandad de pruebas, a darle curso a una ley que pretende sancionar a funcionarios venezolanos acusados de violar derechos humanos durante las protestas guarimbéricas promovidas por la derecha insurreccionada a comienzos de año.
PresenCIA inmoral
Qué moral sustenta la trayectoria de la CIA, brazo imperial de inteligencia, que, inicial y teóricamente, estaba concebida para la defensa del sistema de gobierno y de vida estadounidenses, es decir, para contribuir a preservar los valores del democratismo capitalista o lo que es lo mismo para defender los intereses imperiales estadounidenses, manteniendo siempre, claro está, la apariencia de una conducta intachable, impoluta, apegada a las leyes y al derecho internacional y avalada, naturalmente, por un dispositivo comunicacional, cultural y recreacional que hizo posible el cultivo, en el escenario mundial, de una imagen edulcorada de esta organización que, en la realidad incontrastable de los hechos, observa una práctica absolutamente transgresora de todo el ordenamiento jurídico de los países y de los más elementales derechos de las personas.
A pesar del fetichismo cultural, no tendríamos que hacer mayores esfuerzos, los latinoamericanos y caribeños y en general todos los pueblos que en el mundo luchan por su independencia y soberanía, para sustentar esta aseveración pues todos hemos sufrido y padecido los embates de la CIA, en su empeño por validar los intereses de las élites imperialistas.
Basta con pasar la mirada por nuestra historia de los últimos 60 años para observar la presencia de la CIA en los tantos golpes de Estado, asesinatos de líderes y militantes revolucionarios, torturas y desapariciones de luchadores sociales, etc., que se han venido sucediendo tanto en Nuestra América como en todos los Continentes. Ello está suficientemente testimoniado y documentado, incluso, por propios ex-agentes, que en un arresto de toma de conciencia y de dignificación personal, han sabido contar su participación en las criminales tareas que les eran encomendadas por la diabólica Agencia.
Revelador informe
Pero lo resaltante de la situación actual es que el informe en cuestión, contentivo de 6000 páginas, aún cuando sólo se ha dado a conocer una síntesis de 480, fue presentado en el Senado, surge de las propias entrañas del monstruo imperial. Se habla de un compendio, según lo informado por las agencias noticiosas, en el que se narra ampliamente las brutales técnicas de interrogación a que fueron sometidos miles de personas, acusados de terroristas, capturados después de los ataques del 11 de septiembre a las “Torres Gemelas” y a la sede del Ministerio de Defensa (Pentágono).
La mayoría de estas personas fueron secuestradas en sus países de origen, y trasladadas sin fórmula de juicio a cárceles clandestinas, en donde han permanecido durante años, aplicándoseles terribles torturas, entre las que destacan simulación de ahogamiento o “waterboarding”, abuso sexual, alimentación anal forzada, golpes, exposición al frío y privación prolongada del sueño; con todo, estos métodos represivos resultaron inefectivos y no arrojaron información determinante, señala el revelador informe del Senado estadounidense; con el que, por lo demás, ni se pretende incriminar a los responsables y mucho menos resarcir a los afectados, muchos de los cuales aún se encuentran en las cárceles imperiales, siendo Guantánamo, enclave gringo en Cuba, la más emblemática de ellas.
Bush, Obama y la Clinton
están involucrados
Si bien, el informe alude a la actuación del servicio secreto estadounidense durante la administración de George W. Bush, es ostensible que la situación que se denuncia abarca también el ejercicio gubernamental del Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, es decir, los dos Presidentes y sus más cercanos colaboradores, incluida la Clinton, están involucrados en esta aberración, violatoria masiva de los más elementales derechos humanos. Qué cachaza la de estos gringos, pretendiendo erigirse en modelos para el mundo; siendo más triste y lamentable aún que haya en nuestros países quienes le rinden pleitesía a la inmoralidad yanqui.
Ley retaliativa
Ante lo que aquí hemos reseñado, es más que evidente el carácter político y retaliativo de la ley que ha aprobado el Congreso estadounidense y que Obama va a refrendar, sancionando a un grupo de altos funcionarios del gobierno bolivariano por la supuesta conducta violatoria de los derechos humanos en los momentos que los insurrectos de la derecha ultraradical y descocada venezolana, financiados, por cierto, por la USAID, es decir, por la CIA, pretendían incendiar al país y derrocar al Presidente Maduro. La actuación del gobierno, inspirado en el método Chávez para enfrentar situaciones de esta índole fue impecable y ajustada a lo pautado en la CRBV; así lo entendió la gran mayoría del pueblo venezolano, que es lo que realmente cuenta, no la presión injerencista de los yanquis.
Notas paralelas
Miguel Ugas
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