Ese día, nuestro mar Caribe, nos devolvió al Libertador Simón Bolívar quien había partido 15 años antes, dejando a su amada Caracas. Se fue con el alma colmada de honda tristeza, dado que pese a sus grandes esfuerzos por lograr que el General José Antonio Paéz, y sus aliados circunstanciales, los también generales Carlos Soublette, Santiago Maríño y José Francisco Bermúdez, así como otros más, tanto militares como civiles, cesaran en sus maquiavélicas intenciones de destruir su gran sueño: “La Gran Colombia». Se hace necesario recalcar ¡Si bien es verdad que el General Páez fue el principal artífice de ese hecho! no es menos verdad que éste contó con el apoyo irrestricto de personas y grupos del ideal bolivariano. ¡Pero más pudieron sus ansias de poder y afán de lucro! que sus pasados heroicos.
El eminente historiador-militar Fernando Jurado Toro en su obra “Bolívar y el mar”, nos dejó una magistral descripción de ese magno acontecimiento. Ese día en la primeras horas, sus restos habían sido desembarcados de la goleta “Constitución», que los había trasladado hasta el Puerto de La Guaira, desde la Nueva Granada. Este fue su último viaje por mar.
La noche del desembarco, ese puerto presentó un espectáculo realmente esplendoroso. Bellamente engalanado y esplendorosamente iluminado; y es que no era para menos ya que se trataba del recibimiento y homenaje a los restos mortales del “Hombre más grande del milenio en América”.
Era el día 16 de Diciembre cerca de las 8:00 a.m., cuando se dio comienzo a la ceremonia de bienvenida. Presidiendo la comisión de recepción se hallaba un anciano con su uniforme de General, totalmente descolorido, quien con expresivas muestras de dolor, había venido a rendirle su último saludo al Libertador.
Este anciano no era otro que el General Juan Uslar, que había sido miembro de la famosa “Legión Británica”, quien vestía las prensas lucidas por él 21 años antes en la Batalla de Carabobo; igualmente éste legendario soldado había participado en la Batalla de Waterloo.
Durante toda la noche los restos del Padre de la Patria fueron objeto de honores militares por soldados de la Marina y el Ejército. Hay que resaltar que entre los presentes también se encontraba su sobrino, Fernando Bolívar, quien había sido su fiel y último secretario.
Citamos: “El carro fúnebre, tirado por más de cien ciudadanos y a los lados del catafalco cuatro generales de dos por lados, que tomaban de una mano los cordones del féretro. Detrás la Guardia de Honor con armas a la funerala, bandera arbolada y tambores con sordina”. Bolívar y el Mar, Fernando Jurado Toro.
En los albores del día 17, se dio comienzo con la marcha a Caracas; a paso de redoblantes lo acompañó un escuadrón de caballería con toda su esplendorosa marcialidad, igualmente una Brigada de Artilleria con todo y Carruaje.
Presidiendo el cortejo iba un caballo blanquísimo, el cual era conducido por dos sargentos y en el sitio de la silla llevaba puesto un velo rosado.
Esa noche sus restos reposaron en el templo de San Francisco, donde permanecieron hasta cuando se trasladaron a la Catedral de Caracas, donde debieron permanecer hasta el 28 de octubre de 1876, cuando fueron llevado a su destino final, el Panteón Nacional. Fueron 48 años de peregrinaje.
Por ironías del destino, no fueron los restos de nuestro Libertador Simón Bolívar, que primero ocuparon ese santuario, sino que ya cuatro años antes varios otros personajes de nuestra historia patria reposaban allí.
Este 17 de diciembre se están cumpliendo 184 años de su desaparición física. Los venezolanos del presente le haríamos la más dolorosa de las injusticias ¡el ser indiferentes a sus postulados!. ¡Y lo que es peor negarse a que se consolide la unión de los países sudamericanos.
Como muestra de lo que aquí afirmo, este 7 de julio pasado se cumplieron 200 años, de la única oportunidad de que nuestro “Libertador” piso tierra guarenera. Eso sucedió ese día de 1814 cuando la Emigración a Oriente. igualmente fue la última vez que estuvo en Guarenas el prócer General José Félix Ribas, y también fue la única oportunidad para la heroína Luisa Cáceres, que aun no se había casado con el General Arismendi. Este acontecimiento, inexplicablemente, no fue objeto de ningún tipo de atención por nuestras autoridades municipales.
• Elio R. Bolívar *
Cronista Emérito de la Ciudad de Guarenas