Marisol Camarota no se lo pensaría dos veces para volver a Cuba si en la isla tuviera las oportunidades económicas de Estados Unidos. Héctor Martínez, que llegó en balsa, no quiere saber nada de la isla. Para Luis Denis, sería una decisión difícil.
La posibilidad de regresar algún día a vivir a Cuba, que volvió a escena luego del acercamiento anunciado la semana pasada entre La Habana y Washington tras haber estado de espaldas por décadas, provoca sentimientos encontrados en la comunidad de la isla en Miami, donde reside casi la mitad de los dos millones de cubanos en Estados Unidos.
«Quisiera estar allá y quisiera estar aquí, en los dos lados, tengo el corazón partido en dos», dice Camarota, nacida en Artemisa hace 40 años, mientras atiende su puesto de flores en el barrio de Hialeah en Miami, de alta concentración de cubanos.
Lo que más extraña es a sus dos hijos, de 14 y 8 años, a quienes dejó con familiares en la isla cuando vino hace 3 años a Estados Unidos buscando un mejor futuro para su familia. También echa de menos «la solidaridad» en la isla. Acá se siente un poco sola en este país que se le antoja más individualista.
«¿Si tuviera la garantía de allá tenerlo todo? Estaría en mi Cuba, con mi familia, porque soy una cubana al 100%, no me arrepiento de estar en este país, pero sigo con las creencias de mi pueblo», señala. Por lo pronto, visitará en enero a sus hijos en la isla.
Jorge Luis Rodríguez, de 54 años, llegó para establecerse hace mes y medio en Miami junto a su hija Rachel, de 15 años, pero dice que solo dejó Cuba porque su otra hija vive desde hace años en Estados Unidos y quería reunificar a la familia.
«Por eso vine, si no, yo me quedo allá, yo no tenía problema, yo soy emigrante por razones familiares, yo tenía todas mis cosas en Cuba», dijo Rodríguez.
Sin el sistema castrista
Muchas personas se dicen dispuestas a volver, pero señalan con cautela que prefieren primero ver en qué desembocan las nuevas políticas anunciadas por Estados Unidos y Cuba, que incluyen la normalización de las relaciones y mayores viajes y envíos de remesas hacia la isla, que Washington espera generen un cambio en la sociedad cubana.
Y sobre todo, dicen, para volver primero tienen que salir de escena los hermanos Castro, el líder Fidel y su hermano, el presidente Raúl.
Odalis Mendoza, que llegó a Estados Unidos en 1980, condiciona su retorno: «Lógico, sin el sistema de los Castro».
«Es mi tierra, es mi gente, mi familia», dice esta residente de Arkansas (centro) de 51 años, mientras compra ropa en una popular tienda de Miami donde está de visita, para enviar a Cuba a su madre por las fiestas de fin de año.
Va a ser «sabroso, cuando acaben de liberar a Cuba. (…) Me voy para allá» sin pensarlo, dice Carlos Gómez, de 88 años, quien sueña con echarse un último baile en Cuba, donde a su juicio la gente tiene más ritmo que en Estados Unidos, su hogar desde hace dos décadas.
Difícil decisión
Para muchos, sobre todo aquéllos que han sembrado raíces por años en Estados Unidos, sería una decisión difícil.
«Tendría que pensarlo», se limita a señalar Luis Denis, de 63 años, llegado hace una década a tierras norteamericanas.
«Yo creo que no (volvería), porque tengo a mis dos hijos aquí», dice Marlen Rivero, de 50 años, antes a abordar un avión en el aeropuerto internacional de Miami con destino a Camagüey, donde visitará familiares por las Navidades.
El anunció del acercamiento de Washington y La Habana tomó por sorpresa a la comunidad cubana en Estados Unidos, una población cada vez más heterogénea que según encuestas desde hace años favorece mayoritariamente un acercamiento a la isla.
Mientras miembros de las primeras generaciones de exiliados mantienen una postura intransigente, los más jóvenes y aquéllos llegados en décadas recientes, inmigrantes más por razones económicas que políticas, suelen apoyar contactos entre ambos países que les permitan ayudar más a sus familiares en Cuba.
AFP