El único evento político cercano, que ocurrirá en los próximos meses, este mismo año 2015, son las elecciones para los nuevos diputados al Parlamento. Ese poder legislativo sumiso que cierra ojos y oídos para no enterarse de los problemas del país, que no legisla y que no controla gasto alguno, puede cambiarse por un parlamento autónomo y eficiente, que justifique su razón de ser
Todo el país está pendiente de lo que pasa. En cada rincón de Venezuela se conversa sobre el desmantelamiento del aparato productivo. Acabaron con todo. Las fincas y fábricas que rinden beneficios son cada día menos. Se gastaron los reales. Los dilapidaron. Ya no hay dólares para importar. Ni se produce aquí ni hay con qué comprar afuera. El juego está trancado.
Sólo faltaba la economía por colapsar. Ya antes la vida había sido trastocada por la delincuencia que desde hace quince años impuso toque de queda y ha enlutado miles de familias. Los servicios públicos dejaron de ser tales y los diarios apagones, hospitales destartalados y carreteras abandonadas son la imagen de un país en ruinas.
Se reclama el cambio
Abusivas cadenas presidenciales no lograron convencer a nadie y la represión, censura y persecución judicial contra voces disidentes nada han podido hacer para silenciar a un pueblo que protesta a un gobierno que no sirve.
La respuesta ciudadana ha sido contundente. Con diferentes propuestas la gente pide que esto se acabe.
Unos solicitan la renuncia de Maduro. Piden la renuncia del gabinete económico. Se ha hecho evidente que no tienen preparación alguna para enfrentar la crisis económica. No saben qué hacer. Por eso, les piden la renuncia. Que se vayan. Pero una gente que impuso la reelección indefinida, que concentra todo el poder y que lo ejercen de manera arbitraria, no van a detenerse a considerar renuncia alguna.
Otros plantean la realización de un referendo revocatorio. Los mismos votantes que los pusieron se sumarían a la otra mitad del electorado que los rechazaba desde el principio. Las mediciones de opinión pública revelan que 80 de cada 100 venezolanos rechazan a Maduro y a su gobierno. Ya la conciencia colectiva los revocó, pero para activar el procedimiento constitucional del revocatorio hay que esperar hasta la mitad del período presidencial para iniciar la recolección de las firmas y convocar el proceso. Es decir, hasta mediados de 2016 nada se podría hacer.
La convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente se suma a la solicitud de la renuncia y al referendo revocatorio como propuesta para resolver la crisis del país.
Esta tesis tiene el atractivo de ir más allá de un cambio de Presidente. Plantea la discusión de un nuevo proyecto de país que supere las fracasadas políticas centralistas e intervencionistas del chavismo, que descomponga el autoritarismo implícito en las actuales reglas del juego y que promueva una sociedad en la que los ciudadanos puedan impulsar sus iniciativas y no estar resignados a que una insensible cúpula le imponga sus caprichos.
Como la Constituyente de 1999 disolvió el Congreso de la República y sustituyó a los titulares de otros poderes públicos, los hoy promotores de la Constituyente han seducido a muchos con la oferta de destituir, una vez instalada la Asamblea con mayoría de demócratas, a la Fiscal, al Contralor, a los rectores del CNE, en fin, a los rostros de la arbitrariedad y el abuso de poder. Quizás olvidan que la Constituyente de 1999, además del sustento jurídico, gozó de un respaldo político esencial que fue haber ganado un año antes las elecciones y contar, en consecuencia, con el control del aparato del Estado.
Con la solicitud de renuncia de Maduro, con el revocatorio y con la Constituyente se reclama el cambio. También lo encarna la preparación de candidaturas a la Presidencia, a gobernaciones y a alcaldías porque los seguidores y simpatizantes de los propuestos confían que esos liderazgos son portadores de rectificaciones y nuevas ideas.
Pero ninguna de esas candidaturas se concretaría de inmediato. Al igual que el revocatorio tiene que esperar hasta 2016 y la convocatoria a Constituyente un largo e indefinido proceso de recolección y aceptación de firmas, las elecciones a gobernadores son para 2016, las de alcaldes para 2017 y las de Presidente para 2019. Ninguna de esas alternativas implica cambios inmediatos.
Hay que unirnos y concentrar
los esfuerzos en ganar la AN
El único evento político cercano, que ocurrirá en los próximos meses, este mismo año 2015, son las elecciones para los nuevos diputados a la Asamblea Nacional. Ese poder legislativo sumiso que cierra ojos y oídos para no enterarse de los problemas del país, que no legisla y que no controla gasto alguno, puede cambiarse por un parlamento autónomo y eficiente, que justifique su razón de ser.
Eso sería un cambio trascendental. No sería la salida de Maduro ya, pero cambiaría por completo los parámetros dentro de los cuales él actúa hoy y que hacen posible la arbitrariedad, el abuso de poder y la corrupción. Es un cambio político que vale la pena y para el cual no hay que recoger firmas ni esperar hasta el 2016, 2017 ó 2019.
Tenemos dieciséis años sin un Poder Legislativo que represente a los ciudadanos y controle el gobierno. El que hemos tenido hace de amanuense del jefe de turno, ha delegado en ellos la facultad de decretar leyes y ha renunciado a controlar sus acciones y los gastos del Estado. Con una Asamblea Nacional al servicio de los reclamos de los ciudadanos las cosas van a cambiar.
Unirnos, concentrar todos los esfuerzos en ganar la Asamblea Nacional para la Venezuela descontenta es la gran prioridad política de esta hora histórica. Y ello para nada atenta contra la posibilidad posterior de un referendo revocatorio o de la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Por lo contrario, ambas propuestas serían viables bajo la atmósfera política nacional que se crearía con una victoria contundente en la Asamblea Nacional.
Y a quienes aspiran la Presidencia de Venezuela, al igual que a sus promotores, sólo les recuerdo que hay una diferencia abismal entre iniciar las recuperación de las instituciones y la economía con una Asamblea en manos de sectores que obstruyan esas rectificaciones y una Asamblea con mayoría de demócratas. Están más obligados que nadie a trabajar por alcanzar la mayoría en las elecciones de la Asamblea Nacional.
La voz de Claudio
Claudio Fermín
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