Directo del Barrio Moscú a Miraflores, el popular Eudomar Santos llegó como pitcher de emergencia a recuperar la economía venezolana. Con su recordado “¿Qué es lo que esta pa´sopa?” puso orden en el gabinete económico del madurismo. Sus recomendaciones son seguidas al pie de la letra por el alto gobierno y hasta le redactó el discurso de Memoria y Cuenta a Maduro. Eudomar está decidido a ganarse el Nobel de Economía son su “plan de rescate”, pero la competencia está difícil, le ronca en la cueva Jorge Giordani, un genio del ensayo y error.
Para quien a estas alturas no entienda nada, el “Dios proveerá” de Nicolás Maduro es el nuevo “Como vaya viniendo vamos viendo”. Nos recuerda aquel popular personaje que sigue en el ideario colectivo por representar de manera tan exacta al venezolano que vive el día a día, que no planifica, que no aspira, que no sueña, que a todo problema le busca la vuelta en lugar de darle solución. Es la encarnación de la improvisación, el resentimiento y la mediocridad, que paradójicamente ganó popularidad porque muchos se sintieron representados con él.
Eudomar era hasta más responsable, porque con su accionar solo afectaba a Eloina. Maduro deja en manos de la suerte el destino del país, cuando ha sido mucha el agua que ha corrido en estos dieciséis años de chavismo, cuando han manejado los mayores ingresos petroleros de nuestra historia, cuando han dejado escapar lo que en mundo llaman la “década de Latinoamérica”, convirtiéndola en la década perdida. Vaya manera irresponsable de llevar las riendas de un país. Somos 30 millones de venezolanos los que padecemos las improvisaciones de una cuerda de montoneros que le siguen dando palo a la piñata cuando hace tiempo la dejaron sin nada.
Dios dijo “ayúdate que yo te ayudaré” y miré que nos ayudó bastante, proveyéndonos de cuantiosos recursos naturales y abundancia. Fuimos nosotros, asumo también una culpa que heredo, los que le echamos la partida para atrás a Dios eligiendo a los peores y obligando a escapar a los mejores.
No esperemos señales de cambio de quienes tienen años actuando erradamente, a ellos no les importa nuestro bienestar, estirarán la cabuya al máximo, solo para mantenerse en el poder. En ese camino no les importará nada. Recemos, pero también comencemos a cambiar nosotros, entendamos que la fe es un impulso, pero solo la acción es lo que hará mover montañas.
Brian Fincheltub
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