Los anuncios en materia económica realizados por el presidente Nicolás Maduro ante la Asamblea Nacional eran un clamor nacional e internacional
Aunque sea válido apuntar siempre hacia la perfección, en ocasiones, por ésta misma razón (convertida en obsesión) terminamos en el peor de los escenarios: no haciendo nada o quedarnos paralizado esperando que todas las variables engranen perfectamente, un anhelo utópico en los procesos sociales, económicos y políticos.
El carácter dinámico del quehacer de una nación hace que las políticas públicas siempre tengan un margen de reacomodo y ajuste. Dicho en otro modo: en el camino se enderezan las cargas.
Los anuncios en materia económica realizados por el presidente Nicolás Maduro ante la Asamblea Nacional eran un clamor nacional e internacional. Venezuela necesitaba un replanteamiento en el manejo de sus finanzas públicas, y en especial en sus políticas cambiarias y productivas.
Y el presidente lo hizo. Por supuesto, tuvo que conciliar visiones variopintas, incluso entre sus propios asesores, para finalmente depurar y anunciar la propuesta que hizo en materia cambiaria. Es comprensible que la escogencia de un sistema excluyera otras propuestas. No obstante, se logró un híbrido interesante y se dieron algunos pasos necesarios como el ajuste de 2 de los 3 tipos de cambio existentes.
Indudablemente que los anuncios del presidente Maduro no representan el fin de la historia, pero si es un comienzo que no podía postergarse. Con sabiduría y humildad, el jefe de Estado dejó entrever que el sistema es perfectible al otorgarle un carácter transitorio «para poder atender las necesidades de desarrollo del país durante un período de tiempo que se centrará en la inversión y recuperación para ir estabilizando los factores de la economía y logra la mayor eficiencia en el manejo de las divisas convertibles».
Esto permite un margen de maniobra para ir ajustando algunas variables sobre la marcha. De allí la importancia que, diversos sectores del país, asumamos la corresponsabilidad de realizar aportes y críticas constructivas para lograr el mejor sistema cambiario posible, aunque siempre habrá algunos que -asumiéndose como dueños de la verdad-, digan que la cosa no es así.
Quiero compartir con ustedes una teoría que sirve de sustento al título de este artículo. Se trata de la falacia del Nirvana, la cual consiste en el error lógico de comparar cosas reales con cosas irreales o alternativas idealizadas. También puede referirse a la tendencia de suponer que existe una solución perfecta a un problema particular.
La elección no es entre las soluciones del mundo real y utopía, es más bien, una elección entre una posibilidad realista y otra que es simplemente mejor. La opinión que ahora invade la gran economía política pública implícita es la opción correspondiente en las relaciones entre una norma ideal y un arreglo institucional existente «imperfecto». Este enfoque nirvana difiere considerablemente del enfoque comparativo en el que la elección relevante es entre otros mecanismos de enfoques institucionales reales. Una cita de Voltaire que tiene relación con este tema es “Le mieux est l’ennemi du” que significa “Lo mejor es enemigo de lo bueno”.
Miguel Pérez Abad