El trabajo sucio lo realizarán en primera instancia los miembros de la Guardia Nacional, ya más rayados que una cebra
James Bond tiene sustituto. El 007 original tenía licencia para matar pero el servicio secreto inglés, conocedor de que existe la Corte Penal Internacional con sede en La Haya, se cuidó de otorgar el permiso por escrito. En esta Tierra de ExGracia algunos rojos creen el cuento del finado, repetido por el presidente de facto, de que llegaron para quedarse. Por ello no le paran a dejar constancia escrita de la autorización de asesinar para “evitar los desórdenes y apoyar la autoridad legítimamente constituida”.
El nuevo Bond no piensa matar personalmente a los opositores del régimen. Más bien actuará como el Padrino. El trabajo sucio lo realizarán en primera instancia los miembros de la Guardia Nacional, ya más rayados que una cebra. Si a criterio del gorila al mando la cosa se pone pelúa, “el nivel de fuerza se incrementará a medida que aumenta la resistencia de la persona sujeta a un procedimiento”. Como el señalamiento está en singular, es claro que una sola persona que manifieste puede ser considerada como muy peligrosa y ser ejecutada in situ. En caso de que la Guardia no logre que los ciudadanos regresen a sus casas como perro con el rabo entre las piernas, intervendrá el otrora glorioso ejército, no para actuar como forjador de libertades, sino para asesinar a disidentes.
Evidentemente, sin necesidad de permiso en Gaceta Oficial, hay numerosos casos de asesinatos de ciudadanos por parte de miembros de la Fuerza Armada, de la policía y de los paramilitares oficialistas. Al “gas del bueno” ordenado por el difunto, se suma ahora este decreto bautizado por su autor como “hermosísimo”, mediante el cual los asesinatos tendrán fuerza de Ley.
Vladimir Ilich Lenin no fue juzgado por crímenes de guerra. Eran otros tiempos en los que los derechos humanos no eran un tópico de interés mundial. Hoy la situación es diferente, como pueden atestiguar los seguidores de Milosevic y de Lubange. Por alguna razón viene a mi mente un viejo dicho en la milicia: “A ti te lo digo espada, escúchalo tu rodela”. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
Eddie A. Ramírez S.